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Tribuna:DEBATES
Tribuna
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El empleo como factor determinante

Andreu Missé

Tras el reciente anuncio de las medidas económicas del Gobierno, una de las tareas más ineludibles es el desarrollo del Pacto de Toledo sobre el futuro de las pensiones. La reunión que, la semana pasada mantuvieron los partidos integrados en el Pacto y los agentes sociales permite reactualizar un debate de fondo sobre qué fórmula garantiza mejor un sistema de pensiones viable en el futuro cercano. En estas páginas se analizan desde distintas ópticas los factores demográficos, económicos y políticos que inciden en unas propuestas que van desde la reforma del actual sistema público hasta su transformación radical en otro basado fundamentalmente en la capitalización.

Durante cuánto tiempo el Estado podrá seguir pagando las pensiones? ¿Tendrán pensiones los trabajadores que hoy tienen 30 años? ¿A qué edad deberán jubilarse los jóvenes de hoy para tener derecho a una pensión? ¿Tienen sentido estas preguntas o, como sugiere algún analista, el solo hecho de formularlas reiteradamente ya supone poner en duda el actual sistema? Vayamos a los datos.En los años setenta en España había tres trabajadores por cada pensionista. En los años ochenta esta proporción empeoró: ya sólo había dos cotizantes por cada jubilado. Hoy, España cuenta con unos 12 millones de trabajadores ocupados para mantener a 7 millones de pensionistas. Es decir, la proporción es de 1,7 cotizantes por cada pensionista. Diego Hidalgo, en El futuro de España, prevé para el 2030 un pensionista por cada trabajador. Si se cumple ese pronóstico pesimista, no hay que hacer muchas cuentas para concluir que el actual sistema es inviable.

Pero este panorama tampoco es un de sastre en sí mismo, ni supone necesaria mente una situación irreversible. En buena parte es consecuencia de la mejora de la calidad de vida, especialmente por los avances y la universalización de la sanidad. Es decir, tenemos problemas porque estamos mejor. La esperanza de vida en España ha crecido de forma espectacular. En los años sesenta era de 69 años, hoy en día es de 76 años y para el 2010 será de 86 años. Estos datos por sí solos ya aconsejan una reforma del actual sistema. No es lo mismo un sistema en el que los trabajadores cotizaban durante 40 años y estaban jubilados cinco, que cotizar menos años -más jubilaciones anticipadas- para periodos de jubilación de 20 años. La necesidad de un replanteamiento está fuera de toda duda, pero la reforma sólo será aceptada socialmente si se mantiene un cierto nivel de bienestar.

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En el debate de las pensiones, además del factor demográfico, hay otro elemento determinante: el empleo. En un sistema de reparto como el español, los trabajadores activos mantienen a los jubilados. Por tanto, tan importante es la evolución de los jubilados como la de los cotizantes. Paradójicamente, España, el país que tiene el problema de empleo más grave entre los países occidentales, también tiene más posibilidades que otros de hacerle frente De hecho, algo de esto ya está ocurriendo El año pasado, en España se crearon 311.000 empleos y el número de pensionistas aumentó en 144.000. En el mismo ejercicio, en Alemania se destruyeron 205.000 puestos de trabajo y sólo las jubilaciones anticipadas aumentaron en 300.000.La importancia del factor empleo es puesta de relieve en el estudio de La Caixa elaborado por José Antonio Herce, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), y Víctor Pérez Díaz, director de Análisis Sociopolíticos (ASP). Los autores consideran tan importante el factor empleo que elaboran varios escenarios sólo en función de los posibles distintos ritmos de creación de puestos de trabajo. Consideran que si el empleo crece a una tasa del 1% anual, el déficit de¡ sistema público de pensiones pasaría del 2,16% actual al 3,4% en el 2025. Pero si el empleo crece al 1,7% al final del mismo periodo, la situación incluso habría mejorado y el déficit descendería al 2,0%. Por el contrario, si los ocupados sólo aumentan el 0,5% cada año, el déficit llegaría al 4,61/o dentro de 30 años.

Durante la última década (entre 1986 y 1995), el empleo creció, en España a una media del 0,8% anual, más que la media europea. En 1995, la evolución ha sido mejor, con crecimiento del 2,5%. Para 1996, las previsiones oscilan entre el 2,4% estimado por los socialistas y el 1,1% que calcula el Gobierno del Partido Popular, aunque las últimas cifras se acercan más a las de los primeros.

Hablar del futuro de las pensiones en España es, pues, hablar del futuro del empleo. El empleo es la cuestión capital. Los otros aspectos, como el peso de las pensiones sobre el gasto social o sobre el déficit, o la carga que suponen para la competitividad de la economía, son menos relevantes. En España, estos últimos aspectos tienen más que ver con presupuestos ideológicos que con datos concretos. El ritmo de envejecimiento de la población es menos acusado en España que en otros países occidentales. De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, en 1994 la población mayor de 60 años representaba el 18,5% de la población total. Algo menos que en Alemania (20,3%), Italia (20,6%) y Francia (18,9%), y algo más que Japón (17,3%) y Estados Unidos (16,6%). Para el 2020, el envejecimiento de los países occidentales será considerable. Pero habrán aumentado las diferencias. Mientras en España, Estados Unidos y Gran Bretaña, los mayores de 60 años representarán el 25% de la población, en Alemania, Italia y Japón, superarán el 30%.

También el peso de las pensiones sobre el Producto Interior Bruto (PIB) es inferior en España en relación con otros países industrializados. El estudio del Banco Mundial señala que las pensiones representan el 7,5% del PIB en España. Bastante inferior a lo que suponen en Austria (14,8%), Italia (14,4%), Francia (11,8%), Alemania (10,8%) o Reino Unido (9,5%). Igualmente, el peso de las pensiones sobre los costes salariales es menor en España (14,7%) que en nuestros competidores, como Francia (18%), Alemania (16,3%), Italia (22%)"y Reino Unido (17%), pero mayor que en Estados Unidos (11,7%).

Otro estudio, de la Fundación BBV, dirigido por los catedráticos José Barca y José Manuel González Páramo, también destaca la relevancia del empleo sobre el futuro de las pensiones. Pero su pronóstico es bastante negativo. En su opinión, hasta el 2020 sólo se crearán dos millones de empleos netos, lo que consideran totalmente insuficiente: Sin embargo, se muestran contrarios al sistema privado de capitalización como el chileno -costaría 150 billones de pesetas, 2,5 veces el PIB español- o al recorte de las prestaciones. Consideran prioritario mejorar los sistemas de control para reducir el fraude. Otras posturas, como la del economista José María Bailén, defienden la viabilidad del sistema de capitalización, que en su opinión permitiría crear 150.000 empleos más cada año.

El estudio elaborado por los técnicos del Ministerio de Trabajo del anterior Gobierno, y que sirvió de base para el Pacto de Toledo que ha sido suscrito por todos los partidos, es seguramente el trabajo más completo, ya que es el que disponía de una información privilegiada a la que, lamentablemente, no tienen acceso todos los investigadores. El trabajo considera que el actual sistema público de pensiones es viable hasta el 2030 si se aplican ciertas reformas. Entre éstas destaca el retraso de la edad de jubilación, una mayor cotización de autónomos y agricultores y la equiparación del peso de todos los años cotizados para el cálculo de las pensiones. Los expertos consideran que la eficacia de estas medidas depende en buena parte de que se apliquen todas juntas y cuanto antes, aunque algunas puedan ser impopulares. El recálculo de las pensiones con el nuevo sistema rebajaría su cuantía en algunos casos.Fuera del sistema público, la alternativa es difícil. Los fondos de pensiones privados apenas han logrado captar dos billones de pesetas a pesar de que ya llevan varios años funcionando.

Por otra parte, a pesar de las revalorizaciones, la pensión media -66.400 pesetas mensuales- sigue siendo muy modesta. No llega al 50% del PIB por habitante (1.750.000 pesetas). Desde este punto de vista, los pensionistas han perdido terreno. En 1984 representaba el 54%. El umbral de pobreza se sitúa en el 75% del PIB por habitante.

No se puede olvidar que, dada la elevada tasa de paro y que hay un millón de familias en las que ningún miembro tiene empleo, las pensiones son el único ingreso y la última red de seguridad para muchas personas. En esto coinciden todos los que conocen la realidad. No es extraño, por tanto, que un político tan poco sospechoso como el ministro de Trabajo alemán, el cristianodemócrata Norbert Blüm, haya afirmado que defenderá el sistema público de pensiones "con uñas y dientes".

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