Cuatro héroes para un patrón
La Policía Municipal celebra San Juan Bautista repartiendo medallas entre sus agentes mas destacados
No todo son multas. Cuatro agentes municipales fueron condecorados ayer, durante los actos de celebración del patrón de la Policía Local, san Juan Bautista, por haber arriesgado su vida para salvar y proteger a ciudadanos. Uno de los condecorados fue César Augusto Sanz, de 49 años, motorista de la unidad especial de tráfico. Y es que el pasado 26 de enero Sanz cerraba la escolta del presidente de México, Ernesto Zedillo, cuando éste se dirigía por la N-VI camino del palacio de La Moncloa. El agente, en mitad de un fuerte aguacero, apartaba a los vehículos que intentaban entremeterse entre la comitiva oficial. Sin embargo, uno de los conductores no oyó sus avisos. Sanz y sus compañeros insistieron. De repente, el conductor, sorprendido, dio un volantazo arrolló la motocicleta de Sanz. Su cuerpo salió disparado varios metros. Quedó tirado sobre el suelo, con la pelvis rota en cuatro trozos y con el agua empañando su casco. La comitiva siguió su camino, incluida la ambulancia que acompañaba al presidente. Media hora después llegó otra ambulancia para trasladar a Sanz. "La comitiva-tenía que seguir y no podían esperarme", dice.Miguel Ángel Rodríguez, de 40 años, se jugó la vida el pasado marzo desde la fachada de un quinto piso de Vallecas. Durante una hora, compartiendo cigarrillos con un joven que se quería suicidar, intentó convencerle para que desistiera. Como no lo lograba, se abalanzó sobre él, a 20 metros del suelo, y le retuvo hasta que recibió ayuda. "Siempre nos ha dicho", comentan sus superiores, "que no se dio cuenta del peligro, que su afán era salvarle a toda costa".
Saturnino del Pozo, de 26 años, ordenaba el tráfico en el cruce de las Calles Mayor y de Bailén hace tres meses. Un aviso de la central de policía: un joven amenazaba con suicidarse en esa zona. Se desconocía el lugar exacto. Saturnino miró hacia el cercano Viaducto. El joven estaba junto a la barandilla. Salió a la carrera, pero el joven ya se descolgaba hacia el vacío. Un último esfuerzo y metió su brazo entre los hierros del forjado. Le agarró del brazo. Medio minuto de agónica lucha. Del Pozo se quedó con el jersey en la mano y una pena que siempre le acompanará.
Jesús Jiménez, de 40 años, agente de la unidad especial de tráfico, esperaba hace un año, bajo una tromba de agua, que el Rey pasase por la M-30. El Monarca se retrasaba. Y mientras esperaba empezó a ver que algo extraño ocurría en la calzada. Un gran número de coches quedaba atrapado entre el agua y el lodo. Oyó gritos. Se precipitó hacia los coches sumergidos. Rescató a tres adultos y a un niño. Tuvo que ser trasladado a un centro hospitalario a causa del esfuerzo.
Ayer, tras la imposición de las medallas, vino el desfile en el parque del Retiro. Cientos de agentes pasaron frente al alcalde, José María Álvarez del Manzano, y el resto de autoridades. Luego, que algunas motocicletas no arrancasen o que tres grúas municipales pasaran desafiantes ante del público, entre algunos abucheos, quedó pronto olvidado ante tanto esfuerzo.
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