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EURO 96

Poborsky mete a los checos en la semifinal

Portugal cometió graves errores y se desplomó en la segunda parte

Santiago Segurola

Poborsky, un jugador que ha dejado excelentes detalles en la Eurocopa, metió a los checos en la semifinal. El gol fue lo mejor de un partido discreto, mal jugado por la selección portuguesa, que se equivocó en el primer tiempo y se desplomó en el segundo. El encuentro daba para pensar en otro empate a cero y en la tanda penaltis. Sólo hubo tres ocasiones, pero la única que tuvieron los checos fue gol. Y uno muy bueno. Poborky irrumpió por el centro de la defensa, aprovechó un rechace y llegó frente a Vitor Baia, que salió a achicar el ángulo. Imposible: Poborsky metió la bota por debajo del balón y le hizo una cuchara espléndida.Portugal, que dispone de una selección muy atractiva, se olvidó de los lados. La armonía de su juego se hizo intrascendente por la falta de llegada por los dos extremos. El equipo cayó prisionero del embudo que creó: todo el juego por el medio, para beneficio de la defensa checa que siempre vio de frente el juego de sus rivales. El problema de Portugal fue tan grande que tapó otro que se le supone: la ausencia de gol. No tuvo ocasiones frente a Kouba porque se empeñó en un fútbol que se derretía en la raya del área checa. También fue un problema de jugadores. Figo estuvo particularmente espeso. Rui Costa, cuya clase es indudable, perdió gas y presencia en la medida que el partido se complica.

El partido tuvo escasas ocasiones. Los portugueses porque se equivocaron; los checos porque aceptaron su inferioridad y jugaron muy retenidos, agolpados en su campo. Su montaje defensivo se aprovechó del fútbol previsible de su rival. Hubo tanto tráfico en el medio del campo que Villa Park parecía la Gran Vía. Pero el colapso circulario sólo tuvo como responsable a Portugal, que no encontró la ruta de las bandas, ni mezcló su juego. Y cuando llegó el gol de Poborsky se fue al suelo. Los portugueses se desesperaron, perdieron la pelota con una frecuencia inaudita y prácticamente se suicidaron. Sólo fabricaron una ocasión, a última hora, en un cabezazo de Cadete. El remate parecía clarísimo, pero el delantero echó la pelota fuera.

Si los checos habían resistido a pie firme durante la primera parte, cuando los portugueses dominaban el juego sin demasiados problemas, en la segunda vivieron con más comodidad. El gol de Poborsky resultó suficiente para causar un grave conflicto emocional en la selección portuguesa.

Los checos, que cuentan con algún jugador interesante, no tienen demasiado juego, pero han dejado en el camino a Italia y a Portugal, después de alcanzar los cuartos de final en el último minuto frente a los rusos. La historia de estos torneos se hace muchas veces con selecciones de este corte, capaces de colarse por las rendijas.

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