Un espectáculo

BUENA PARTE de España -incluso la no forofa- contuvo ayer su respiración cuando Hierro lanzaba el primer penalti. Los cuartos de final de la Eurocopa se habían convertido en todo un acontecimiento social. Horas y días de debates han rodeado las decisiones del peculiar seleccionador nacional, Javier Clemente. Ayer, en Wembley, España jugó mejor que Inglaterra. Pero perdió. Así son los grandes campeonatos cuando entran en fase eliminatoria. La suerte -mala en este caso- de los penaltis, en un estadio volcado contra España, dejó fuera de la Eurocopa al equipo español. La selección tardó en entrar en este campeonato, pero ayer consiguió crear espectáculo, por mucho que le pese a la estridente prensa amarilla británica que estos días ha deparado tantos insultos a España, a los españoles y a la selección. Los toscos patrioterismos se emboscan con facilidad a la sombra de los graderíos. En pocas manifestaciones sociales se disparan como en el fútbol los ridículos fervores hacia una camiseta que encarna la médula del sentir nacional. Aun sin tanta vacía grandilocuencia, queda, sin embargo, la constatación social de la pasión colectiva por un juego que ha conseguido enganchar a decenas de millones de aficionados. Y España, pese a Clemente y su pastoso entendimiento de este deporte y de las relaciones con la prensa, mostró ayer, calidad en el juego y decencia en el saber perder. Fue, en definitiva, un buen espectáculo.