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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Osos en jaula

LA EUROPA de la ley y el orden finalmente arranca. El Consejo Europeo de Florencia ha superado -con más de un año de retraso- los últimos escollos para la creación de la oficina de información policial europea, Europol, y ha impulsado la conclusión de un nuevo convenio sobre extradición que debe eliminar la posibilidad de rechazar por motivos políticos una demanda de otro Estado miembro. Este acuerdo debería ser traducido en un texto legal la próxima semana por los ministros de Justicia e Interior. La UE habrá dado un paso adelante importante en la lucha contra múltiples formas de criminalidad organizada, incluido el terrorismo, y avanzado hacia la constitución de un espacio judicial europeo. Es algo que España venía pidiendo desde tiempo atrás, y en particular desde que el Consejo de Estado belga denegara en febrero pasado la extradición de dos presuntos etarras. Efectivamente, el concepto de delito político ya no tiene cabida en esta Unión Europea cuya base es la democracia y el respeto por los derechos humanos en todos sus Estados integrantes.La solución de la crisis de las vacas locas ha eclipsado la falta de acuerdo en otros terrenos en Florencia. Jacques Santer, presidente de la Comisión Europea, ha sufrido una derrota personal y se ha visto forzado a volver a guardar en su cartera el Pacto de Confianza sobre el Empleo, que, según sus intenciones, debería haberse convertido en la estrella de la cumbre. Chocó contra una mayoritaria resistencia -ya expresada con anterioridad por los ministros de Economía y Finanzas- a dedicar a la lucha contra el paro recursos comunitarios nuevos o deducidos de otras partidas. El keynesianismo europeo -el plan de Santer contemplaba un presupuesto de 2,4 billones de pesetas- no logra cuajar en unos momentos en que todos los Estados de la Unión están siendo sometidos a una cura acelerada de adelgazamiento y las finanzas comunitarias se ven sometidas a nuevas demandas derivadas, entre otras causas, de la crisis de las vacas locas. Queda así patente la posición del canciller Helmut Kohl de que las políticas activas de empleo deben seguir siendo nacionales, y no europeas, pese a toda la palabrería al respecto de los últimos años.

Ante las importantes cuestiones que se están acumulando sobre su mesa -con el riesgo de que el calendario los devore-, los dirigentes europeos están como osos en jaula. Dan vueltas y más vueltas, pero parecen. regresar siempre a un mismo punto. La reforma de la Unión Europea, ineludible para que funcione bien y pueda además ampliarse a los países que están haciendo la cola a las puertas del Este y del Sur, sigue pendiente. En la Conferencia Intergubernamental convocada al respecto, los delegados están aún delimitando el terreno. Será necesario un impulso político para reactivar este proceso. ¿Bastará la convocatoria para octubre de una reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno? ¿O refleja dicha convocatoria una falta de voluntad política y garantiza una parálisis de aquí a entonces? Cuestiones de importancia para el paso definitivo a la moneda única han quedado asimismo aplazadas para el semestre irlandés.

Ésta ha sido la primera cumbre europea para José María Aznar. El exceso de grandilocuencia del presidente del Gobierno contrasta a menudo con la normalidad de lo alcanzado. Europa reclama mayor modestia. Y, desde luego, no parece pertinente loar el pragmatismo de Major cuando éste ha mantenido a la UE rehén durante semanas.

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