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DÍA MUNDIAL DE LA MÚSICA

El sonido directo se vende todo el día en la calle Preciados

El concierto era en Madrid, en una callejuela entre Preciados y Carmen, la calle de Rompelanzas. Y de eso se trataba, de romper una lanza, de actuar en favor de la música. Una decena de grupos tocaron todo el día, en directo, para promocionar el Día Mundial de la Música, una fecha casi desconocida en nuestro país. El objetivo era conseguir que este día tenga en España un eco similar al que alcanza el del Libro. Para dar batalla los artistas sacaron los trastos a la calle.

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Media hora antes del concierto la calle Preciados permanecía indiferente. Los mismos paseantes desocupados, muchos turistas extranjeros, los encuestadores de siempre y las cámaras de TV dispuestas a seguir explotando el filón de opiniones que les ofrece esta zona. Pero, cuando un batería comenzó a ensayar, algunos dependientes se asomaron a la puerta de sus establecimientos para ver qué era ese ruido.La actuación desenchufada del cantautor Hilario Camacho iniciaba a las doce la jornada musical. Los más curiosos interrumpieron su paseo para hacer un corrillo en torno al escenario. Desde parejas de policías, hasta unas señoras que paraban al sol los cochecitos con sus hijos. El primer día del verano venía fresco y el viento no dejaba de soplar, dificultando la actuación de las dos guitarras. Pero el sonido fue bastante bueno, como reconoció luego el propio artista.

El escenario se refugiaba en un lateral de la FNAC, que patrocinaba el concierto. Una arcada, escondida detrás de los alta voces, con los lados cerrados con vallas y controlados por la gente de la organización servía de camerino. Al menos los artistas la atravesaban antes de subir a es cena. Una puerta cercana, abierta, facilitaba el paso de los artistas al centro, donde habían deja do alguna de sus pertenencias. Los grupos habían pactado que cada actuación durara unos 40 o, como máximo, 50 minutos.

Hilario habló al terminar su intervención, en la pausa de unos quince o veinte minutos que se intercalaba entre artista y artista. Explicó que, en otros países, el Día supone la celebración de la música en la calle". Este tipo de conciertos es muy diferente de las actuaciones en pequeños locales, o, en el otro extremo, ante 20.000 personas: "esto es más de batalla, tienes que probar mucho el sonido, puede haber viento ...".

La música proseguía sin alterar el tráfico de los viandantes. Algunos espectadores se apoyaban o sentaban en el escaparate del comercio enfrentado al escenario, pero entre ellos y los más cercanos a la actuación dejaban un pasillo por donde la gente iba pasando con comodidad.

Para Germán Coppini -cantante y compositor de grupos tan conocidos como Siniestro Total y Golpes Bajos- la intención de este maratoniano recital en el que intervenía era "acercar la música a la gente normal y corriente de la calle". Denunció la situación actual: "hay pocos grupos que puedan grabar discos y encima los discos salen con unos impuestos de lujo" que los convierten en un producto prohibido. En eso coincidía con el centro Fnac, organizador con Artistas, intérpretes o Ejecutantes del acto. Por eso él los compraba en las tiendas de segunda mano. Coppini había sido madrugador, llegando a tiempo de ver el primer concierto, donde solo fue molestado por algún despistado que le preguntaba "¿quién es el que actúa?", una de las frases más repetidas ayer en la calle.

Parado desde las dos y media, se reanudó el concierto a las cinco. Por la tarde, el termómetro que separaba al público del escenario, marcaba los 26º. A la bonanza se unió la salida de la gente del trabajo en este viernes para conseguir más público que por la mañana aunque tocara un grupo mucho más cañero, Alius. La calle Rompelanzas estaba copada, con genté de todas las edades y tipos. Y la mayoría no bailaba, se dedicaba a mirar. "Ahora ya podemos seguir de compras% decían unas chicas que, tras pararse, seguían su ronda

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