_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Destruccion creativa

Resulta curioso leer en la prensa el balance de la corta etapa política desde la victoria de Aznar en las elecciones. Han transcurrido cien días y el balance de ellos nace de haber logrado algo que, aunque lógico e imprescindible, no era nada fácil, el pacto parlamentario de gobierno. A partir de este dato positivo, el juicio sobre el Gobierno actual puede avanzar bien poco, aunque conviene intentarlo en términos muy generales. "Uno debe absorber el color de la vida, pero nunca recordar sus detalles porque los detalles son siempre vulgares", escribió Oscar Wilde en una sentenciosa fórmula que vale también para la política. El ambiente colectivo, que sigue siendo de espera benevolente, descubre, sobre todo, que se ha producido un acontecimiento tan importante como es un relevo generacional en el poder político.En sus meditaciones acerca del capitalismo, Schumpeter decía que en él hay mucho de destrucción creativa: unas empresas relevan a las otras cuando la capacidad de innovación de aquéllas desaparece. La ruina actúa, pues, como un procedimiento de selección natural. Algo parecido cabría decir de la democracia. Concluido el periodo en que una cohorte de edad pierde su capacidad de imaginación o de gestión es sustituida por otra. En política, sin embargo, el mercado no actúa de forma tan clara y de ahí la tendencia, creciente en todas las latitudes, a espolear la rotación por el procedimiento de limitar el número de mandatos. En la propia España la acaba de defender Sartorius, existe ya en CC OO y el propio Aznar ha asegurado que esta dispuesto a aplicársela a sí mismo.

Pero ¿en qué consiste, por el momento, esa rotación generacional en España? En primer lugar, más que en cualquier otra cosa, en la aparición de una cierta políltica light en que lo fundamental, no son tanto los principios como la gestión. El juicio de la izquierda, que percibe en los neoconservadores españoles la reaparición del clericalismo y del capitalismo esquilmador, es muy posible que yerre en lo esencial. El reproche de Marugán a la supuesta ingeniería fiscal de Rato va por ahí y parece pretender su ingreso en una orden mendicante con voto no ya de pobreza, sino de autoflagelación fiscal. En realidad, el rasgo primario de esa derecha es ese fácil deslizamiento programático que ya hemos visto en materia autonómica. En este clima ambiental nadie le va a pedir a Aznar que sea un cruce entre Abraham Lincoln y Pericles, pero sí que resulte honesto y eficaz durante una temporada. En la política light, el personaje público se convierte pronto en un kleenex a desechar cuando no sirve porque el ciudadano practica el zapping con su voto. Un exceso de flexibilidad que se convierta en fraellidad vuede deshauciarle.

Los neoconservadores españoles -aun ligeros de equipamiento como es habitual en el fin de siglo- traen consigo un bagaje que habla de liberalismo, mercado, sociedad civil y adelgazamiento del Estado. En gran medida, son tópicos de época que el autor de este artículo (en definitiva, un paleo-conservador) aprecia mucho, pero de los que le preocupa lo tardía y enfáticamente con que, en ocasiones, se proclaman en eso círculos. A veces parece que se quiere hacer una especie de vuelta de tortilla en vez de una rectificación. Y eso se advierte en los terrenos más inesperados: se puede tener la tentación, por ejemplo, de hacer profetismo anticastrista en vez de una política que favorezca la transición en ese país.

Como toda generación emergente, la que ha llegado al poder se comporta con voracidad y no parece muy proclive a gustar del consejo. Cuando haya que establecer un balance de ella, se descubrirá, como siempre, alguna perla y también alguna calabaza. Por el momento, es difícil hacer el reparto de calificaciones, aunque la. incontinencia declarativa, no lleva por el buen camino a algunos. Pero el vértigo político y la situación parlamentaria no van a remitir un primer juicio mucho más allá de septiembre. Entonces se podrá empezar a ver si esta generación ha tenido más de destructora que de creadora o viceversa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_