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Tribuna
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EL CUADERNO DE VALDANO

Jorge Valdano

Hay que soñar a lo grande: Desde afuera llegan estímulos pero es en la cabeza del jugador donde las virtudes se convencen y se hacen armónicas. Hay jugadores con una confianza casi insolente en sí mismos que entran sin golpear (Raúl o Jordi Cruyff son los ejemplos más a mano); y otros de moral quebradiza (pienso en Raducioiu o, con más razón aún, en Bergkamp, siempre un escalón más abajo de los que esperamos). Sin voracidad es difícil sobrevivir entre los mejores de la alta competición.Cuentan que en la década de los sesenta llegó al Santos de Brasil un joven flaco y atrevido con un atadito de ropa como todo equipaje, a reclamar una prueba. Como eran tiempos en que los números definían una posición él dijo que jugaba de 10.

-Pero ahí tenemos a Pelé- le aclaró el entrenador.

-Ya lo pensé- contestó mi modelo de confianza en sí mísmo.

-Y creo que la solución es que Pelé juegue un poco más adelante.

Exageraba, pero sin algo de delirio no hay manera de llegar a ninguna parte.

Maldini. En el primer partido sufrió a Kanchelskis (dos motos como piernas) y a Kiriyakov (una culebra en la cintura). En los dos casos tuvo problemas pero los resolvió con la inteligencia, la vergüenza y la categoría de un grande. Estamos hablando del mejor lateral izquierdo de la última década, pero a los jugadores, incluso a los grandes, se los mide a fondo en las dificultades. Al rápido lo cuerpeaba y se le cruzaba delante para no dejarlo desarrollar velocidad. Como la carrera la perdía, llevaba el duelo al terreno de la fricción y la picardía. Al hábil no le creyó ni un sólo amague. Retrocedía. Le respondía con otro amague y así esperaba su momento. A cada problema lo descifró como corresponde. Cuando Kiriyakov superó a Maldini dos veces seguidas,, yo, en la grada, me acordé de un duro marcador experto en leyes del hampa futbolística, que solía decir que "no se puede jugar a dar patadas pero hay patadas que no pueden dejar de darse". Cuando terminé de redondear la frase en la imaginación, Maldini ya había apretado el botón rojo: se jugó la tarjeta amarilla con una entrada muy fuerte. Acostumbrado como estoy a ver jugadores que miran el banquillo para que el entrenador le preste auxilio cuando el partido se mete por atajos imprevistos, me resultó admirable ver a Maldini jugar varios partidos en uno y responder a cada uno de ellos con el orgullo, el oficio y la inteligencia de un grande en serio. No de grandes mentirosos, que abundan.

Los lugares. El futbolista talentoso, además de confianza, necesita de una posición en donde sus virtudes se sientan cómodas. Creo en los especialistas antes que en los polifuncionales, de modo que sufro viendo a Del Piero haciendo de depredador cuando la naturaleza lo dotó con valores contemplativos. Sufro aún. más cuando escucho decir que "no se adaptó". En esos casos yo prefieron pensar que el inadaptado es el entrenador por sacar al pez de la pecera y pedirle que nade. ¿Más casos? Seedorf no es defensa central y ejerció, mal, contra Suiza; a los 20 minutos del encuentro estaba ya en la ducha. Onopko era el mejor de Rusia en su partido contra Italia haciendo de central cuando su equipo perdía el balón y de mediocampista cuando lo recuperaban, en el segundo tiempo lo enjaularon como líbero: adiós Onopko y adiós Rusia.

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