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Tribuna
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'Guten Morgen', Manchester

Una de las medidas tomadas para causar buena impresión entre los seguidores de las 14 selecciones extranjeras que han llegado a Inglaterra para apoyar a sus equipos en la Eurocopa 96, ha sido la de instruir al mayor número posible de ciudadanos ingleses en los rudimentos de los respectivos idiomas. En Sheffield, por ejemplo, se entregaron al danés como posesos. En Manchester, los taxistas hicieron sus pinitos en alemán y en checo. Un despilfarro inútil. Hasta el último aficionado procedente de Croacia, Turquía, la República Checa, España o Rumania, ha demostrado tener un conocimiento muy superior del inglés de lo que el ciudadano británico de a pie conoce de casi cualquier idioma -con la sola excepción del francés- que no sea el suyo.¿Quién podría reprochárselo? El inglés impera en el mundo, colocando a los anglosajones en una situación de permanente ventaja frente al resto de los mortales. Quizás por eso, los promotores del esperanto en la Unión Europea se quejan de encontrar en el Reino Unido al país menos propicio para hacer campaña en favor de su linguvo. Un idioma que hablan ocho millones de personas, dicen, entre ellas el Papa. Lo cual no es el mejor aval para poner en marcha a los británicos.

Tampoco parece especialmente acertado que el presidente del grupo parlamentario en pro del esperanto en el Reino Unido sea precisamente Teddy Taylor, uno de los euroescépticos más conspicuos del partido tory. Tonterías, responde Taylor. "El esperanto no es un asunto europeo sino internacional. Si cada escolar lo aprendiera, que duda cabe que mejoraría muchísimo la comprensión entre las personas en todo el mundo. Además, las organizaciones gastan billones en traducciones, lo cual es ridículo".

El último argumento es el que tiene más posibilidades de causar algún impacto en la audiencia británica. Aunque, desde luego, no entre los traductores.

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