Los caminos invisibles de Madrid
Los madrileños que madrugaron ayer pudieron ver cómo una quincena de globos navegaban sobre sus tejados. El globo aerostático es el artilugio para volar más rudimentario y antiguo de los que se conocen, y, sin embargo, sigue siendo en sí mismo un espectáculo. Hace 204 años, un italiano, Vicente Lunardi, voló por primera vez sobre Madrid con uno de ellos. "El globo no se dirige", explicaba uno de sus emuladores ayer. "Hay que ir buscando los caminos invisibles del viento para ir donde quieres". Pero ayer ningún piloto supo encontrar la corriente que le llevara hacia el oeste, de manera que todos los globos cruzaron por encima de la plaza de España y navegaron en dirección contraria, hacia el este, sobrevolando sileciosos azoteas, patios, rascacielos y bulevares hasta aterrizar donde se pudiera.
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