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Muere a los 70 años Gerardo Rueda, maestro de la pureza abstracta

El artista fue uno de los fundadores del Museo de Cuenca

El pintor y escultor Gerardo Rueda, de 70 años, murió ayer en Madrid de un infarto cerebral. El pasado lunes, el artista ingresó en la unidad de cuidados intensivos de la clínica Ruber tras sufrir un derrame cerebral, el tercero desde la Semana Santa. Representante de la corriente del abstracto puro, Rueda fue uno de los fundadores, junto con Fernando Zóbel y Gustavo Torner, del Museo de Arte Abstracto de Cuenca.

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La actitud elegante

"Hay que tomar un contacto directo con el arte, sin intermediarios", declaró Rueda en marzo con motivo de una exposición antológica organizada por el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Precisamente cuando se encontraba en Valencia con motivo de la muestra, que se clausuró el pasado domingo, sufrió el primer derrame cerebral, del que se recuperó.Frente a esa exhibición compuesta por 134 obras entre pinturas, esculturas y collages, otra titulada Trayectos está recorriendo desde el pasado año algunos de los museos más importantes de Latinoamérica, en un viaje artístico que continuará el año próximo.

Miembro de número de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, el nombre de Gerardo Rueda es representativo del movimiento de la pintura abstracta española en su búsqueda de la máxima concentración expresiva, y se le considera uno, de los más genuinos exponentes del espíritu del Museo de Cuenca.

Desde sus comienzos -de 1954 data su primera exposición individual, titulada Collages y dibujos abstractos-, Rueda se preocupó por "lo informal". Participó en 1960 en la Bienal de Venecia, y en 1966 cofundó con Zóbel y Torner el museo conquense situado en las casas colgantes, un espacio pionero en la exposición del arte abstracto.

Como tantos artistas, Francia fue fundamental en su trayectoria. "Yo no empecé a entender la modernidad hasta que no fui a Francia", declaró en marzo. "Incluso entonces hubo cosas que no entendía y que sólo he entendido después", añadió refiriéndose al cultivo del gusto. "Me gustaba el cubismo, por ejemplo, y las cosas un poco más clásicas. A Dubuffet no lo entendía y a Matisse no lo he entendido hasta que se expuso en Madrid hace unos 15 años. Cézanne también me costó y otro tanto tengo que decir de Van Gogh".

Rueda defendía una aproximación sensorial al arte. "A mí el arte no me hace pensar, me emociona", decía.

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