Tertulias
Como otros muchos españoles, tenía yo la esperanza de que las tertulias políticas se disiparan al fin de la "crispación", pero ya noto que se trataba de una aspiración inútil. Como si tal cosa, las conversaciones de las ondas siguen y siguen, antes del desayuno o durante el desayuno, desde la cena hasta después de la medianoche, a media mañana, en la sobremesa o a la hora de merendar. No hay muchas emisoras de alcance nacional, pero en cualquiera de ellas lo inexorable es tropezar con un coro de señores y alguna señora afanados en la escrupulosa vivisección de sucesos de la llamada política nacional con el objeto de hacerlos más infames.Nunca les falta, a estos penados del mismo menú, una circunstancia que masticar, una declaración que disgregar, algún desecho. al que extraerle un residuo más. Un puñado de estos señores son amigos míos, y los mejores están desperdiciando lo mejor que de ellos obtendrían los oyentes si reflexionaran sobre otros problemas. Bastaría que las emisoras achicaran esta murga de lo político para dar oportunidad de vivir una más aireada contemporaneidad. ¿O es que la realidad española sólo discurre por el circuito de los ministros, los diputados, los juzgados o los partidos? Hablo del turre de las radios, pero ¿qué decir de las revistas, de los diarios y los telediarios? Una gravísima enfermedad basada en el tostón político ha atacado el punto de vista. Más aún, el corto punto de vista de este punto de vista no permite ver el daño que el país se hace a sí mismo enfatizando, en un alarde de facundia, peripecias que agravan la vida nacional, anteponiendo acaso el éxito en audiencia al éxito de la convivencia. 0, simplemente, anteponiendo la perversión de hablar y hablar sobre la menuda política inmediata a la virtud de ampliar el sentido y la salud del porvenir.
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