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El voto dividido de los inmigrantes 'soviéticos' en Israel

Los rusos se inclinan por los laboristas, y los asiáticos y caucásicos, por el Likud

Los martes y viernes, la calle peatonal Nahlath, en Tel Aviv, está repleta de artesanos que venden collares de plata, joyas barrocas y abalorios folclóricos. En medio, hay músicos. Rusos, por supuesto. Un cuarteto de cuerda -tres violines y un violonchelo- toca la Pequeña música nocturna, de Mozart, ajeno al ruido ínfernal. "Hay que ganarse la vida", dice Yoel, de 56 años, durante una pausa. Llegado a Israel hace dos años y medio, es originario de VIadivostok. "Un largo camino", le comento. "Sí", responde. "Yo tenía un buen trabajo [era contable], una pequeña casa y un jardín. Pero mis dos hijos, casados, vinieron para Israel. Yo me quedé solo, con mi mujer. Así que hicimos también las maletas".Yoel, que en Rusia se llamaba Iván, no ha encontrado trabajo como contable, incluso después de aprender hebreo, así que formó un cuarteto. En VIadivostok ya tocaba música de cámara, pero sólo clásica. En Tel Avív, en cambio, toca aires hasídicos, melodías judías y hebraicas. Y no sólo en la calle: también en fiestas familiares y religiosas.

"Nada de política, se lo ruego", dice cuando se le pregunta por quién va a votar. "Creía haberme librado de ella cuando dejé Rusia, pero aquí es todavía peor".

Svetlana, la violonchelista, de 48 años, cuatro de ellos en Israel, asegura por su parte: "Votaré a Netanyahu como primer ministro y por el partido ruso de Natan Sharanski. Bibi [como se conoce al líder del Likud] es un buen tipo. "Yo prefiero a Peres", dice repentinamente Yoel. "Es un hombre serio, un estadista respetado en el mundo. Bibi parece un aficionado, un actor que interpreta el papel de político".

Los otros dos judíos rusos, ambos de edad madura, se amurallan tras su silencio. Llegados hace un año, apenas hablan hebreo. Sólo algunas palabras de inglés. Svetlana explica que no piensan votar. "Dicen que no conocen bastante el país, ni sus problemas, y que votar no sería serio de su parte".

En los seis últimos años, 760.000 inmigrantes han llegado de la antigua URSS, lo que significa 350.000 electores potenciales. Los laboristas y el Likud, así como los pequeños partidos, les hacen la corte. Peres y Netanyahu corren codo a codo (con ligera ventaja para el primero) en el último tramo antes del sprint. El desplazamiento de unos millares de votos, de izquierda o de derecha , puede ser decisivo.

Se habla de "inmigrantes rusos", pero en realidad el 28% de ellos procede del sur de la antigua Unión Soviética, de Georgia, de Uzbekistán, de Kirguizistán y otras repúblicas, asiáticas o no. ¿Qué es lo que dicen los sondeos? Que la mayoría de los asiáticos tiene intención de votar por Netanyahu, en tanto que los rusos se inclinan por Peres.

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Los judíos israelíes sefardíes, u originarios de los países árabes, afirman que tienen razones para votar contra el laborismo. Invocan los 20 años de poder de este partido durante los cuales fueron discriminados, o sus padres humillados. Pero los judíos georgianos o uzbekos llegados hace dos o tres años no han conocido esa situación.

Sociólogos y psicólogos explican que el Likud y sus consignas nacionalistas encajan mejor con el ethos tribal, o la desconfianza respecto a la tribu diferente (la de origen árabe), es de rigor, o los conflictos se arreglan por las armas y la sangre vertida, no por una paciente negociación diplomática. 0 sea, que el tribalismo y el machismo del sur votarán por el Likud, en tanto que los hijos de Tolstoi y Dostoievski, de Moscú, Odessa y otros sitios, lo harán más bien por los laboristas.

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