ETA intentó una matanza en Córdoba con 200 kilos de explosivos en dos coches bomba
La cosecha de muerte que ETA recogió el pasado lunes en Córdoba, donde mató al sargento Miguel Ángel Ayllón Díaz-González, de 27 años, fue muy inferior a la que esperaban los terroristas. Si los hechos se hubiesen desarrollado de acuerdo con sus planes, los cadáveres se contarían ahora por decenas. Los 25 militares que viajaban a bordo del autobús que iba a tomar el sargento, con destino a la base de Cerro Muriano, a 15 kilómetros de la capital cordobesa, salvaron casi milagrosamente la vida, ya que cruzaron entre dos coches cargados con 200 kilos de amosal que no llegaron a explotar.
Un fallo en el mando a distancia empleado por los terroristas evitó, según las primeras impresiones de la policía, que estallaran los dos coches bomba, cuya localización y posterior detonación por los artificieros sembró la inquietud en la ciudad hasta entrada la madrugada de ayer.Los turismos, un Ford Orion y un Volkswagen Polo, estaban aparcados uno frente a otro, a la altura del número 11 de la avenida Carlos III, a unos 100 metros del lugar donde esperaba el infortunado sargento.
Los 200 kilos de amosal reforzado, escondidos dentro de cuatro ollas a presión, estaban dispuestos de forma que la onda expansiva se dirigiera hacia el centro de la calzada, por donde pasó el autocar con los militares.
Un fallo en el mecanismo de activación o un exceso de nervios Por parte de los terroristas evitó que los explosivos estallaran alcanzando de lleno al autobús. Esta última hipótesis no es descartable ya que, poco antes del atentado, una patrulla de la Policía Municipal se acercó a la zona para regular el tráfico y su presencia pudo poner en fuga a los etarras, informa José Luis Rodríguez desde Córdoba.
No tuvo tanta suerte Miguel Ángel Ayllón, ya que, segundos después de que el autocar militar rebasara sin consecuencias la trampa mortal tendida por ETA, explosionó otra carga colocada dentro de un contenedor de basura y accionada con temporizador. Se trataba de un artefacto de mucha menor potencia que los anteriores, compuesto por unos ocho kilogramos de amosal y metralla, pero que fue suficiente para matar en el acto al sargento, dada su proximidad.
Otros dos militares que se encontraban algo más alejados y un matrimonio que viajaba a bordo del turismo que circulaba en ese momento por la avenida resultaron heridos de distinta consideración. El conductor del coche, Manuel Espino Madueño, de 53 años, único herido que permanece hospitalizado, evoluciona "dentro de los límites normales", tras ser intervenido para extirparle varios fragmentos de metralla, según el parte médico difundido ayer.
Por su parte, el Ministerio del Interior emitió una nota en la que acusaba a ETA de intentar "una auténtica masacre" y recordaba que la cantidad de explosivos utilizada en Córdoba es similar a la que el 29 de mayo de 1991 destruyó el cuartel de la Guardia Civil de Vic (Barcelona) y mató a 10 personas.
"La magnitud del atentado que inicialmente ETA tenía previsto llevar a cabo, pone de manifiesto que no hay límites en la barbarie de estos terroristas", concluía la nota de Interior.
300 kilómetros
El Ford Orion utilizado como coche bomba fue robado en Córdoba entre las tres de la tarde del sábado y las once de la mañana del domingo, cuando lo echó en falta su propietario, quien aseguró ayer que el cuentakilómetros marca actualmente 300 kilómetros más de los que tenía cuando lo dejó, lo que indicaría que los etarras se desplazaron con el coche a una distancia máxima de 150 kilómetros de Córdoba.Respecto al Volkswagen Polo, habría sido sustraído también en Córdoba entre las dos de la madrugada del lunes, cuando lo vio por última vez un vecino en su aparcamiento habitual, y las 7.40 del mismo día, hora en que se produjo el atentado. Los terroristas pusieron a los dos coches matrículas falsas, dobladas de las de otros del mismo modelo.
Las características del atentado hacen pensar a la policía que ETA cuenta con alguna infraestructura, aunque sea mínima, en Córdoba, ya que los etarras tuvieron que robar los dos coches, cambiarles las matrículas y cargarlos con los explosivos.
El hecho de que utilizaran mando a distancia para explosionarlos, aunque finalmente fallaran, indica que debían encontrarse en las proximidades y que muy probablemente estén todavía escondidos en la ciudad. Además, alguien facilitó la información sobre el horario e itinerario del autobús militar.
El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, declaró ayer a la cadena COPE que la policía trabaja con varias hipótesis; entre ellas, la posibilidad de que se desplazase a Córdoba el comando itinerante, al que se atribuyen los recientes atentados en varias ciudades de Castilla y León, o que el comando Madrid tenga una sucursal en la ciudad andaluza.
Mayor Oreja indicó que "los terroristas no han cumplido sus objetivos iniciales, pues parece que los dos coches que fueron desactivados eran el auténtico núcleo del atentado y no la carga que se encontraba en un contenedor de basura" y mató al sargento Miguel Ángel Ayllón. También el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, admitió la posibilidad de que haya un comando de ETA en su región, "tal y como ha sido preparado el atentado".
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