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GENTE

LA VUELTA DEL SAMURAY

Los habitantes de la isla filipina de Lubang acogieron ayer calurosamente al teniente japonés Hiroo Onoda, que volvía por primera vez a la isla después de haberse rendido en 1974. Onoda permaneció durante 29 años escondido en la jungla de esta localidad al suroeste de Manila porque creía que la II Guerra Mundial no había terminado. Los habitantes de Lubang organizaron una fiesta con flores y banderas japonesas y filipinas en su honor, mientras una veintena de manifestantes protestaban y le llamaban asesino, alegando que había matado y herido a una serie de filipinos mientras llevaba su propia guerra. En compañía de su esposa, Machie, Onoda, que ahora tiene 74 años y ha hecho fortuna en las plantaciones de café de Brasil, ha presentado públicamente sus excusas a los habitantes de la isla y ha entregado un cheque de 10.000 dólares (1.280.000 pesetas) al municipio para que los dedique a becas de estudio para niños necesitados. En 1974, uno de sus compatriotas, Norio Suzuki, convenció a Onoda para que se entregara a un oficial superior llegado expresamente de Japón. Más adelante, según la tradición japonesa, Onoda se trasladó a Manila para entregar su sable de samuray al presidente filipino de la época, Ferdinand Marcos.-

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