Olla revuelta
Con referencia al artículo El fin de la olla revuelta de Antonio Caño, del lunes 15 de abril de 1996, como mexicano de ciudadanía estadounidense y persona profesional, catedrático en una universidad de California y maestro de escuela bilingüe desde hace treinta años, permítame decirle que la olla nunca ha sido olla, sino ensalada de razas que no se mezclan normalmente.El problema de inmigración canela es la avaricia de la industria por ganancias desorbitadas a costa del trabajo del inmigrante. El Gobierno federal, estatal y local tapan el sol con un dedo, porque la industria es la que sostiene y mantiene al político y a la política estadounidense. A la industria no se le toca, sino a la víctima.
La ignorancia del pueblo estadounidense al verse rodeado por el color canela o negro teme que será la minoría y perderá el control político del país, aun cuando son sus mismos líderes e industriales los que están disfrutando de las megaganancias económicas. El pueblo no quiere ver las contribuciones de este grupo inmigrante, ya que el temor más grande es que se les volteen las tablas y sea el hispano el que trate igualmente al antiguo patrón. El núcleo de¡ problema político es el temor de que estos inmigrantes utilicen el sistema legal para usurpar el dominio anglosajón. La avaricia industrial es la base del problema inmigrante. La inmigración cesará inmediatamente cuando el Gobierno estadounidense ponga multas al explotador, no a la víctima. ¿Olla revuelta? Ni la conocen.
Los caneladólares son los que rigen, y la olla sobra.-
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