"Necesitaríamos 10.000 guardias civiles más"
Desde hace 12 días, Santiago López Valdivielso, vallisoletano de 46 años, es el jefe del marido de Rociíto, como le bautizó jocosamente su hijo cuando anunció que le habían ofrecido la Dirección General de la Guardia Civil. Gracias al apoyo de su familia, este empresario en excedencia y diputado del PP en las tres últimas legislaturas, no necesitó mucho tiempo -"tampoco me iban a dar más", apostilla- para aceptar el reto más difícil de su vida política.Con el discutible bagaje que supone su larga relación con uniformados, como presidente de la Comisión de Defensa del partido, y muy pocos prejuicios, llega a uno de los puestos más delicados de la nueva Administración popular en uno de los momentos más críticos para el cuerpo que le han encargado dirigir.
Pregunta. ¿Ha superado ya la Guardia Civil el síndrome Roldán?
Respuesta. Yo creo que, cuando se escriba su historia, Roldán no ocupará ni un renglón. El otro día me preguntaron si colgaban el retrato de Roldán en la galería de ex directores generales y contesté que, mientras yo esté aquí, no.
P. ¿Tampoco el de Ferran Cardenal?
R. Al contrario. Dentro de pocos días me pondré en contacto con él para que se lo haga y se cumpla la tradición de que todos los directores que lo hayan sido y merezcan ser recordados estén ahí.
P. Ustedes criticaron que el Gobierno en funciones ascendiese a dos generales de la Guardia Civil. ¿Han cambiado de opinión?
R. Criticamos el fuero, no el huevo. Se trataba de un Gobierno que se iba y debió dejar que fuera el siguiente el que los ascendiera. Nunca dudamos de los méritos de los dos. Una vez que ascendieron, no tengo nada contra ellos. Son dos generales como los demás.
P. ¿También lo es Enrique Rodríguez Galindo? El ex jefe del cuartel de Intxaurrondo aparece como un héroe para unos y como un villano para otros.
R. Para mí, es un general más. Soy consciente de que está imputado, pero, al final, un guardia civil es como cualquier otro español y la presunción de inocencia debe estar por encima de todo. Yo no toleraría que en España todo el mundo fuese presunto menos un guardia civil. Y no lo digo sólo por Galindo, sino también por todos los demás guardias.
P. ¿Cuál será el destino de Galindo?
R. No lo sé aún. Tengo algunas ideas respecto a la nueva estructura [de la Dirección General], que probablemente habría que reducir un poco para hacerla más ágil y eficaz. También tengo que cubrir vacantes, proponer algunos ascensos, dar algunos destinos... En ese conjunto de decisiones y nombramientos, si no hay pronunciamiento previo de la Justicia, estará Rodríguez Galindo.
P.¿Ha hecho mella en la Guardia Civil la imputación de Galindo y de otros generales que la han mandado, como José Antonio Sáenz de Santa María y Andrés Cassinello, en los sumarios de los GAL?
R. En la Guardia Civil, como institución, poco. A muchos guardias, individualmente, puede afectarles en el sentido de que les habría gustado que nada de eso hubiera sucedido. A mí también. Pero no es inconveniente para que sigan mirando hacia el futuro, preservando la seguridad de los ciudadanos y luchando contra el terrorismo. Aquí se inicia una nueva etapa. Ha habido unas elecciones en las que las responsabilidades políticas han quedado, por así decirlo, amortizadas. Para mí, el pasado es pasado y sobre las consecuencias judiciales que, se deriven de ese pasado no tengo nada que decir. Yo no he sido llamado para ser el juez o el fiscal de la Guardia Civil.
P. El ministro de Interior, Jaime Mayor, se ha quejado de la falta de coordinación entre las Fuerzas de Seguridad del Estado y la Ertzaintza. Pero también la coordinación entre la Guardia Civil y la policía deja mucho que desear.
R. Es un problema que no se resuelve por decreto. Lo que sí he detectado es que en los niveles más bajos, en los operativos, la colaboración se da sin problemas. La situación se va complicando a medida que se sube hacia la cúpula.
P. ¿Cuáles son los mayores problemas de la Guardia Civil?
R. Hay un déficit notable de personal. Para cumplir las tareas que tenemos encomendadas necesitaríamos 10.000 agentes más para añadir a los 70.000 actuales. Es la consecuencia de que los guardias hagan una jornada laboral que supera todos los límites tolerables y que, poco a poco, hay que ir reduciendo para equipararla a la de los policías nacionales, que hacen en torno a 37 horas semanales. Los guardias civiles hacen casi 45 horas a la semana. Y, claro, eso exige más guardias, sobre todo porque cada día nos llegan más misiones.
P. ¿Qué nuevas misiones?
R. Algunos mandos se me han quejado de que siempre habíamos tenido la responsabilidad en el traslado de los presos, pero es que ahora, además, tenemos que hacer custodia de los presos en hospitales y eso nos resta efectivos. Esto y la necesidad de reducir las horas de servicio, sólo se puede arreglar con más medios. Desaparecieron los guardias auxiliares jóvenes que hacían la mili en la Guardia Civil] y ahora vamos a plantear algo parecido. Quizá no se trate de volver al auxiliar, sino algo más parecido al militar de empleo del Ejército: un guardia que no sea profesional, sino que sea de empleo, y que podría hacer tareas como la vigilancia estática en las prisiones, la custodia de presos en hospitales... Es decir, misiones para las que se requiere una formación inferior a la del profesional.
P. Una reciente circular de su dirección general recordaba que los guardias son mlitares y, por decirlo de alguna forma, que deben estar dispuestos a trabajar 25 horas al día.
R. Yo sé que el espíritu militar del guardia asume todo eso y más. Pero no debemos aprovechamos de eso. Lo que no es sostenible que el guardia sea el miembro de las fuerzas de seguridad que más trabaje y menos cobre. Mi obligación es solucionarlo. En un país donde hasta el soldado de remplazo tiene 40 horas semanales, no es razonable que los guardias civiles hagan tantas horas sin compensación económica.
P. Pero el PNV sostiene que en Euskadi sobran guardias civiles.
R. Le contesto lo que mi ministro: que el problema no es la Guardia Civil, la Policía o la Ertzaintza, sino el terrorismo. No creo que se puedan reducir los efectivos de la Guardia Civil en el País Vasco, pero si se decide otra cosa, lo asumiré.
P. Estudios hechos durante el mandato del anterior ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, revelan que España, tras Italia, es uno de los países europeos con más policías: hay 4,7 agentes por cada 1.000 habitantes. Y, sin embargo, usted dice que necesita 10.000 guardias más.
R. Sí, cuando sumamos todos. Por eso hay algo que es fundamental el modelo policial para hacer el diseño de cómo tiene que ser y cuál va a ser el despliegue de la Guardia Civil. ¡Pero no lo tenemos! ¿Que dentro de un año tenemos un modelo policial? Entonces quizá no hagan falta 10.000 guardias. Pero hoy por hoy, y teniendo en cuenta que tenemos que pasar de las 45 horas semanales a 39, nos hacen falta 10.000 más.
P. ¿No se pueden contratar funcionarios civiles para las tareas burocráticas que hoy hacen los guardias?
R. Hay fórmulas intermedias. Por ejemplo, los guardias civiles de empleo de los que he hablado antes o bien utilizar a personal que está en la reserva, que con un pequeño coste y voluntariamente, pueden asumir esas tareas burocráticas. Introducir funcionarios civiles en la Guardia Civil es algo que no me planteo. No hay que llegar a eso.
P. Durante la negociación con CiU se planteó transferir a la Generalitat de Cataluña la Subagrupación de Tráfico de la Guardia civil.
R. Por lo que sé, eso ha quedado aparcado. Pero la adscripción de unidades de la Guardia Civil a las comunidades es algo que no hay que desechar. Entre otras razones, porque hay muchos convenios para que la Guardia Civil lleve a cabo misiones relacionadas con competencias de las autonomías. No descarto ninguna fórmula.
P. Además de la falta de personal, habrá otros problemas...
R. Presupuestariamente, estamos mal. Las necesidades son tremendas. Somos conscientes de la situación económica del país, pero parece poco razonable que más del 75% del presupuesto se nos vaya en gastos en personal. Habrá que corregirlo poco a poco.
P. Hablemos del sindicalismo en la Guardia Civil.
R. Dado el carácter militar de la Guardia Civil, hablar de sindicalismo no es posible. Somos los mandos quienes tenemos la obligación de captar los sentimientos y las necesidades y darles cauce. Habría que poner en marcha algún mecanismo que automatizara la aplicación a la Guardia Civil de las mejoras que consigan otros cuerpos de seguridad precisamente por esa acción sindical. Por último, y este es un aspecto sobre el que hay que meditar mucho en la sociedad en que que vivimos, y no me refiero sólo la Guardia Civil, sino también las Fuerzas Armadas, tienen que irse abriendo canales de comunicación y de circulación de reivindicaciones. Nos guste o no. Y a mí no me disgusta.
P. ¿De qué manera afecta a Guardia Civil la profesionalización de las Fuerzas Armadas?
R. La Guardia Civil tiene un papel en la defensa que hay que desarrollar. Vamos hacia un Ejército profesional y, por tanto, más reducido y es posible que la Guardia Civil tenga más misiones de carácter militar de las que tiene ahora.
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