El nuevo inquilino de La Moncloa
Desde muy pequeña, siempre me ha fascinado el hecho de que cualquier cosa en esta vida puede ser concebida de maneras muy diferentes, dependiendo de los ojos con los que se mire. Pongamos un ejemplo: la habitabilidad de una casa. Para una persona como yo, que durante más de veinte años he compartido con mis padres y mi hermara un piso de menos de sesenta metros cuadrados, una vivienda de estas características me parece totalmente habitable, sobre todo teniendo en cuenta que el fenómeno del barraquismo en España no ha sido totalmente erradicado. En cambio, parece ser que, para el nuevo presidente del Gobierno, la residencia privada del palacio de La Moncloa "no es lo más recomendable para que una familia habite allí".Me pregunto qué debe tener tan excelso edificio para que merezca tal comentario. ¿Quizá tendrá goteras, no dispondrá de retrete o en él morarán fantasmas de antiguos presidentes? ¿O es que el nuevo presidente considera que una vivienda es solamente habitable cuando dispone de grifería de oro macizo, sauna y gimnasio particular?
Dése una vuelta, señor presidente, por la España profunda o por los barrios periféricos de las grandes ciudades y ya verá cómo después su palacio le parecerá lo que es, sencillamente un palacio-
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