"He estudiado la historia de un fracaso"
Estudió Historia del Arte en la Universidad Complutense, pero tres días antes de, leer su tesina sobre falsificaciones en pintura ya estaba colaborando con la cátedra de Estética de la Ingeniería de la Escuela de Caminos en un trabajo sobre obras públicas antiguas. Teresa Sánchez Lázaro (La Coruña, 1957) ha investigado durante siete años los por menores de la presa de Gascó y de su autor. Fruto de este trabajo es un libro editado por el Colegio de Ingenieros de Caminos. Teresa Sánchez es una persona tímida e inquieta que se transforma a medida que se aproxima a la presa. El entusiasmo con el que detalla los avatares de esa impactante obra resulta contagioso.Pregunta. ¿La idea de hacer un canal navegable de Madrid a Sevilla no es descabellada?
Respuesta. Hay que reconocer que desde el punto de vista actual no tiene explicación que se haya puesto en marcha un proyecto así. Para entenderlo hay que pensar en el estado de las, comunicaciones en 1785. En aquel momento no se había completado el camino de Madrid a Sevilla, sólo había uno en bastante mal estado de Madrid a Ocaña, y los 65 kilómetros del paso de Despeñaperros, que el propio Carlos Lemaur había abierto seis años antes. Sin embargo, el camino de Andalucía era de vital importancia. Por él iban no sólo las mercancías, sino también el correo entre la corte de Madrid, los puertos de Cádiz y Sevilla, y América. Era muy necesario facilitar la comunicación de la corte con los grandes centros de comercio colonial. Además, la primera idea de Carlos Lemaur era bastante más prudente. Proponía arreglar el camino de Madrid a Despeñaperros y una vez pasado el puerto enlazar con un canal de navegación que iría paralelo al Guadalquivir hasta Sevilla. Fue Cabarrús el que le pidió que "alargara" el canal hasta Madrid.
P. ¿Fue Carlos Lemaur un visionario?
R. En absoluto. Durante toda su vida trabajó en obras perfectamente realistas, y no se le debe juzgar por un proyecto que él no consideraba definitivo y que le había sido encargado por un banquero para lanzar una idea espectacular, como una especie de campaña publicitaria de un banco en el siglo XVIII. Lemaur dejó escrito que había enormes dificultades para que el canal llegara a funcionar y los ingenieros actuales a los que consulté piensan lo mismo. Otra cosa es la calidad del proyecto, teniendo en cuenta los medios y los conocimientos técnicos de entonces.
P. ¿Cómo se puede llegar a conocer con tanto detalle una obra que nunca se realizó?
R. Ese era uno de los aspectos más apetecibles del trabajo: estudiar la historia de un fracaso. Afortunadamente, se conservan la memoria y los planos originales del proyecto del canal y mucha información sobre las obras. Para seguir la trayectoria de Lemaur desde que llegó a España en 1750 tuve que recurrir, como ocurre en cualquier trabajo histórico, a distintos archivos. En este caso, las piezas fueron encajando maravillosamente, lo que permite conocer mejor a un personaje que nunca fue un desconocido, pero sobre el que había muchas dudas y sombras.
P. ¿Las ha conseguido despejar?
R. La mayoría, sí; otras, no. Se trataba, simplemente, de contribuir a conocer mejor la ingeniería del XVIII, que es uno de esos momentos de transición tan atractivos en que las mentalidades están con un pie en la antigüedad y otro en las nuevas teorías científicas. Por eso quizá los ingenieros de Caminos han tenido siempre cierta prevención hacia el trabajo de los ingenieros militares del XVIII. Creo que esta tendencia se ha roto en los últimos tiempos. De hecho, el trabajo sobre Carlos Lemaur y el canal de Guadarrama ha sido publicado por el Colegio de Ingenieros de Caminos, que ha demostrado un claro interés por una etapa inmediatamente anterior a la existencia de su profesión.
P. ¿Cómo era la personalidad de Lemaur?
R. Da la impresión de que era una persona demasiado independiente para encajar en estructuras tan rígidas como las del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, en el que tuvo todo tipo de problemas.
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