Un programa que parodió La Última Cena en Portugal enfrenta al Gobierno, a la oposición y a los obispos
Una parodia televisiva sobre La Última Cena ha provocado una intensa polémica nacional sobre el control de los medios de comunicación del Estado. El enfrentamiento entre el Gobierno, la oposición y la Iglesia católica ha originado incluso la mediación en el conflicto del presidente de la República, Jorge Sampaio.La escena humorística, en la que Mario Soares se convertía en Jesucristo, fue emitida la pasada semana en un programa de la Radiotelevisión Portuguesa (RTP), y levantó las primeras protestas de los obispos más conservadores. Incluso antes de su emisión, representantes de la Conferencia Episcopal, reunida en Fátima, y el nuevo líder de la oposición socialdemócrata, Marcelo Rebelo de Sousa, intentaron que la transmisión de la parodia fuera suspendida.
El cardenal patriarca de Lisboa, Antonio Ribeiro, ha calificado la escena de "broma de mal gusto", que los responsables de la televisión estatal no deberían haber emitido por considerarla "ciertamente inconveniente de acuerdo con la conciencia católica". El arzobispo de Évora, Maurilio Gouveia, afirma que "los católicos portugueses deben exigir a los responsables de la RTI` una adecuada reparación de la ofensa; no queremos que con nuestra cobardía, Portugal sea dominado por una anticultura que se opone a las raíces más profundas de nuestra identidad cultural".
Independencia televisiva
El ministro adjunto a la Presidencia del Consejo de Ministros, Jorge Coelho, la defendido la independencia de la televisión estatal, cuyos responsables son unos profesionales que "saben lo que tienen que hacer, y el Gobierno nada tiene que ver en este asunto". La ministra de Salud, María de Belem, opina que "el humor es muy saludable cuando es un humor que no se opone a sentimientos básicos que la memoria de las personas tienen en su conjunto". La Conferencia Episcopal volvió a poner el grito en el cielo el pasado fin de semana.Las autoridades eclesiásticas difundieron un comunicado en el que aclaran que "en ningún momento los obispos han querido implantar la censura previa", pero precisan que Ia ausencia de censura no consagra el derecho de cualquiera a publicar o emitir lo que le venga en gana".
La Conferencia Episcopal explica que caricaturizar La última Cena de Jesucristo, en la que fue instituida la Eucaristía, demostró "un dudoso nivel artístico" y resultó, cuando menos, chocante para los que creen en se misterio". Rebelo de Sousa declaraba ayer al diario Público que "ese episodio, muy probablemente, hirió a los católicos portugueses".
El primer ministro portugués, Antonio Guterres, reconoció que, como católico, no consideraba aceptable la parodia, si bien ha precisado que el Gobierno no puede entrometerse en la dirección de una empresa pública. Hasta el propio presidente de la República se ha visto obligado a terciar en la polémica.
Jorge Sampaio ha afirmado que los portugueses "tienen que vivir en un país con tolerancia, en un país. con libertad, pluralismo y consideración mutua; eso a veces es difícil. Pienso que nadie está, por tanto, inmune a la necesidad de ser respetado, ninguna institución; pero en este caso concreto no sé si esto fue así".
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