Inminente quiebra del simbólico astillero de Gdansk
"Probablemente habrá que declarar la quiebra". Rotundo, el primer ministro polaco, el socialdemócrata-poscomunista Wladislao Bartoszewski, anunció así este fin de semana a un grupo de periodistas la inminente desaparición del astillero de Gdansk. La decisión se tomará hoy o mañana. El fin del histórico astillero, cuna en los años setenta del movimiento político sindical Solidaridad, vanguardia contra el régimen totalitario, es un golpe simbólico. El sindicato anuncia movilizaciones para evitarlo, a las pocas semanas de que su fundador, el ex presidente de la República, Lech Walesa, regresara a su empresa como electricista.Será la primera quiebra de una gran empresa pública. El Gobierno quiere demostrar que supera a sus predecesores en ortodoxia de economía de mercado. Provocará el primer gran conflicto social desde que hace dos años se auparon al Ejecutivo los poscomunistas. Y revelará si la fragmentada oposición, heredera del sindicato nacido en Gdansk en 1977, es capaz, a poco más de un año de las próximas elecciones, de aunar fuerzas.
Nadie cuestiona la crisis en que está sumida la empresa, renqueante desde que se esfumó el mercado soviético. En 1995 ha perdido 40 millones de dólares. Ha fabricado sólo ocho buques: las pérdidas por unidad ascienden a cinco millones de dólares. Para las dimensiones de la economía polaca -la renta per cápita apenas alcanza el 30% del promedio de la UE- éstas son cifras considerables. Sobre todo, si se recuerda que la productividad de los astilleros de Sttetin, uno de los dos más modernos del mundo, cuadriplica la de Gdansk. "Han dilapidado los subsidios que se les dieron para reconvertir la empresa", dice el primer ministro. No sólo el sindicato, sino la dirección técnica, cercana a Solidaridad.
Mientras Walesa presidió la nación les era fácil obtener fondos, y se durmieron en los laureles. En este diagnóstico está de acuerdo incluso Marian KrzakIewski, líder de Solidaridad desde 1991. Pero añade otra causa política: "La sombra del último Gobierno comunista, que eliminó su apoyo en 1988, sigue pesando y ahora sus herederos quieren damos una lección de modos", indica a este diario. Es insólito que un gobernante anuncie la "probable" quiebra de una empresa pública ¡mientras teóricamente sigue buscando inversores extranjeros para salvarla!
"Si deciden liquidar el astillero, desencadenaremos acciones espectaculares en la calle", amenaza el líder de Solidaridad. Están en juego 7.500 empleos directos y 65.000 indirectos en una población de 430.000 habitantes. "Si toman acciones radicales, ahuyentarán a los inversores extranjeros", replica el primer ministro. De momento, no los hay. Está en juego una empresa, pero también un mito.
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