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La firma de Clinton pone fin a la batalla del presupuesto

Antonio Caño

La batalla sobre el presupuesto, temporalmente concluida el jueves con la aprobación de los gastos para 1996, ha servido en Estados Unidos como el primer gran debate entre demócratas y republicanos ante las elecciones del próximo mes de noviembre. En ese debate, el presidente Bill Clinton -que ayer firmó la ley- ha demostrado que su prioridad es la de conservar lo que se pueda de la sociedad del bienestar, mientras que el Congreso, controlado por los republicanos, ha dejado claro que su primera preocupación es la de recortar el gasto público. Entre esas dos posiciones tendrán que decidir ahora los electores.Las dos partes se declaran, por supuesto, ganadoras de la larga batalla que provocó dos cierres del Gobierno el pasado invierno y que retrasó en siete meses la aprobación de un presupuesto que debía haber entrado en vigor el pasado 1 de octubre.

El presidente Clinton ha sacado adelante las siguientes propuestas a las que se oponían los republicanos:

Mayor presupuesto para educación, particularmente para formación profesional.

Más recursos para medio ambiente y eliminación de algunos proyectos de ley que pretendían poner fin a programas conservacionistas.

Eliminación del proyecto que proponía la discriminación de los enfermos de sida en las fuerzas armadas.

Eliminación del proyecto que pretendía acabar con el Departamento de Comercio.

Los republicanos ganan en lo siguiente:

Un total de 23.000 millones de dólares de recortes en más de 200 programas públicos, que quedan eliminados o reducidos.

Los gastos militares serán de 7.000 millones de dólares más de lo que quería el presidente.

La principal victoria de Bill Clinton es que este presupuesto no constituye, ni mucho menos, la consolidación de la revolución conservadora que el Partido Republicano prometió tras las legislativas de 1994. La mayoría de las reformas de esa revolución no han sido incorporadas, y el recorte de gastos aceptado ahora podría ser revertido por un próximo Congreso de mayoría demócrata.

La principal victoria de los republicanos es que su preocupación por la reducción del gasto público se ve claramente reflejado en este presupuesto.

El presidente Clinton parece haber ganado, sin embargo, la batalla por la imagen. En estos meses de debate, Clinton ha conseguido presentar a los republicanos como excesivamente radicales y como los culpables del retraso en la aprobación del presupuesto.

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