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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Matanza de focas

EN LOS mares de Canadá y Noruega se está produciendo una matanza de focas que, en opinión de muchos ecologistas y naturalistas, puede convertirse en una de las mayores carnicerías de animales salvajes de este siglo. La cacería, anunciada por el ministro de Pesca canadiense, Brian Tobin, no ha cogido por sorpresa a los defensores de unos animales que venían gozando del paraguas protector de una moratoria.En los años ochenta, la matanza de crías de focas consiguió conmover a la opinión pública con las sobrecogedoras imágenes de animales indefensos ultimados a garrotazos y golpes de piolet. Pero en esta primavera las crías se convertirán de nuevo en piezas a abatir. Por cada foca muerta se pagan unas 3.000 pesetas. Más de 10.000 cazadores han obtenido ya sus licencias, y se cree que más de un millón de ejemplares serán eliminados de aquí al año 2000.

Canadá asegura que, aparte de los beneficios económicos de la caza, las focas, en número creciente, esquilman sus bancos de bacalao. Es una teoría discutible, que ha sido impugnada, entre otros, por Greenpeace. No faltan, sin embargo, quienes sostienen que la moratoria ha hecho crecer de forma desmedida la población de focas, hasta el punto que se han convertido en una amenaza para su entorno. Sin caer en sentimentalismos fáciles, el criterio dominante a la hora de tomar decisiones debe ser el equilibrio del ecosistema. Y no es de eso de lo que más ha hablado hasta ahora Brian Tobin, un ministro que se hizo notar con el conflicto del fletán.

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