Un 'cerebro' central controlará los autobuses
Los nuevos vehículos incorporan, por 1,6 millones, sistemas de información para mejorar el servicio
Un viajero espera en la calle. En la marquesina, en una pantalla electrónica, se indica lo que falta para que aparezca su autobús. Minuto a minuto. Para que todo esto funcione -si los planes de la EMT salen como están previstos, en noviembre la escena será real- se necesita un complejo sistema que ya está en pruebas y que se denomina Sistema de Ayuda a la Explotación (SAE).El viajero ve la marquesina electrónica, pero del conjunto de innovaciones, la pantalla informadora sólo constituye un elemento más. Siete líneas madrileñas, la 70, 27, 34, 150, 2, 120 y 5 1, estrenarán en otoño el dispositivo, que incluye, entre otras cosas, 12 marquesinas electrónicas. Y 150 autobuses se están ya dotando de los complejos aparatos necesarios que, a razón de 1,6 millones de pesetas por unidad, son capaces de convertir un autobús normal en un vehículo inteligente.
Para explicar bien cómo funciona un autobús inteligente lo mejor es volver a nuestro imaginario viajero que espera en la marquesina. Ve en la pantalla que faltan "10 minutos". Un rato después echa un vistazo y con asombro -y seguramente con disgusto- nota que su autobús tardará "12 minutos.". ¿Cómo es posible? ¿Es que ya se ha estropeado el sistema? No, señor: lo que pasa es que el SAE es capaz de registrar hasta que el autobús se encuentra atrancado en un atasco.
Caja negra
Cuando el vehículo inteligente se pone en marcha, el microprocesador que lleva en su interior lo registra. Este microprocesador, en palabras de Tomás Burgaleta, gerente de la EMT, es una especie de "caja negra" de cada autobús. Registra todo lo que pasa en el vehículo. Y lo envía, automáticamente, por medio de un sistema de telecomunicaciones, al "puesto central control". Para transmitir, los autobuses inteligentes dispondrán de una antena especial.El auténtico cerebro de todo el sistema, esto es, el puesto de control central, se encuentra en periodo de prueba en Fuencarral. En los programas informáticos hay órdenes suficientes como para que, con los datos que van mandando cada uno de los 150 autobuses inteligentes, los ordenadores del puesto central calculen los minutos que les quedan a cada uno de los vehículos para llegar a determinada parada.
Lo que hace el ordenador general es, por así decir, sacar cuentas continuamente. En juego, tres variables: tiempo -que sale en la marquesina-, velocidad -registrada por el microprocesador- y distancia. ¿Cómo sabe el puesto de control dónde está situado cada uno de sus 150 autobuses? En otras palabras: ¿cómo saca la variable de la distancia? Sencillo: cada autobús inteligente lleva incorporado un odómetro, instrumento que calcula las vueltas que dan las ruedas, y por consiguiente, los metros recorridos.
Además, para que la referencia de la distancia se ajuste más a la realidad, en la mitad de cada línea modernizada se colocarán unas balizas capaces de emitir señales electromagnéticas. Cuando el autobús pasa al lado de una de estas balizas, el microprocesador recoge la señal y la envía al puesto de control.
Células fotoeléctricas
Lo que van a tardar los autobuses en cada parada no es lo único que va a saber el conjunto de ordenadores principales.En las puertas de los nuevos vehículos, células fotoeléctricas registrarán cuántos viajeros suben y cuántos bajan. Es decir, se conocerá en cada momento la ocupación de cada autobús.
Es más: Ahora mismo, la única manera de conocer el retraso que lleva un autobús sobre el horario previsto es que el conductor, por radio, se ponga en contacto con la central. Cuando el nuevo puesto de control esté en funcionamiento conocerá, en cualquier momento, si los autobuses conectados llevan retraso o adelanto.
Todo sin que el conductor tenga que mover un dedo. Además, será capaz, automáticamente, de recomendar a los conductores la velocidad ideal.
Las instrucciones las recibirá el conductor en una pantalla que se instalará cerca del volante. Es decir: en Fuencarral se instalará algo así como un Gran Hermano orwelliano que con el tiempo controlará todo lo que ocurre a bordo de los autobuses.
Los 150 autobuses inteligentes no son los únicos vehículos de la EMT que van a modernizarse. Otros 650 -en total, la Empresa Municipal de Transportes cuenta con 1.800 vehículos- van a cambiar su sistema de radio. Es lo que se denomina SAE elemental, en oposición al más complejo SAE integral.
Actualmente, si la central quiere ponerse en contacto con determinado autobús, no tiene más remedio que mandar un mensaje que es escuchado por todos los conductores.
Esto también cambiará con los nuevos sistemas, y los mensajes podrán ser selecionados: a un autobús determinado, a los vehículos de una línea o a todos en general.
De todas estas medidas se beneficiarán los casi dos millones de viajeros diarios que transporta la EMT. El presupuesto total de todo el dispositivo es de 1.308 millones de pesetas: el puesto central va a costar 360 millones; la red de comunicaciones, 225 los 150 autobuses inteligentes han costado 246,5 millones, y dotar a los 650 de un nuevo sistema de radio, 300; la dirección formación y documentación se han llevado 132.
Además de los inteligentes, por las calles madrileñas circularán en los próximos meses tres autobuses denominados "laboratorios". "Irán equipados incluso con más aparatos que los del SAE integral", explica Tomás Burgaleta, que añade: "Servirán para recoger datos en todas las líneas de la EMT".
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