_
_
_
_

iViva Curro Romero!

Antonio Lorca

Torrealta / Romero, Muñoz, Rivera

Toros de Torrealta, bien presentados y blandos; el 1º inválido; el 4º nobilísimo. Curro Romero: estocada que asoma y dos descabellos (palmas); bajonazo (oreja). Emilio Muñoz: pinchazo y bajonazo (silencio); bajonazo (palmas).

Rivera Ordóñez: media tendida (ovación); pinchazo, media, tres descabellos y el toro se echa (palmas).

Plaza de la Maestranza, 7 de abril. Primera corrida de abono. Lleno de "no hay billetes".

Afortunadamente para el toreo, Curro Romero existe y está en activo. Y, además, torea. ¡Y cómo torea, madre mí! Después de lo ocurrido en la Maestranza, Sevilla se recreará durante mucho tiempo con lo que ha sido una actuación magistral, pletórica y sublime de un hombre transfigurado, de un torero, de un artista excelso hecho carne para gloria del toreo. Una actuación sorprendente por inexplicable. Pero Romero explicó con brevedad y profundidad que nada tiene que ver el toreo con la edad, y que a sus 62 años está en plenitud de facultades para la inteligencia, la elegancia, la inspiración, la hondura y la solemnidad. No es extraño, pues, que una voz surgiera de los tendidos y gritara emocionada ¡Viva Curro Romero! Nadie sabe cómo será el toreo del siglo que viene, pero está claro que nada será como ahora el día que este torero cuelgue el traje.

Cómo nadie podrá nunca explicar -como no sea él mismo- qué le vio Curro al cuarto de la tarde, un toro de 609 kilos, bien presentado y cómodo de cabeza. El torero salió del burladero como una exhalación, y se plantó delante del animal con su figura estilizada y desafiante la mirada. Cinco verónicas y media fueron -la plaza puesta en pie, la música soñando- del mejor Curro de siempre. Verónica honda, despaciosa, ganando terreno en cada lance... Había comenzado a dos metros de las tablas y cerró la serie en el centro del anillo. Eso se llama toreo.

Tras el primer puyazo, rubricó lo anterior con otras dos verónicas y media, y la locura se apoderó de la plaza. No es posible torear mejor. Pidió el cambio, no se lo concedieron, se enfadó con el picador por la dureza en el segundo envite y tomó la muleta. Lo dicho: un hombre transfigurado; es decir, un torero. Curro sólo toreó con la mano derecha. Mejor dicho, lo hizo por el lado derecho, porque torear, toreó con la cintura, con el animal embebido en pases largos y ceremoniosos, exponentes del toreo eterno. Cuatro series dibujó y las remató ahora con un pase de pecho, ahora con una trincherilla, ahora con un kirikiki. Mató de un bajonazo y le concedieron una oreja que paseó triunfante y sonriente por el anillo de una Maestranza. gozosa y alborozada.

Con Romero hicieron el paseíllo Muñoz y Rivera Ordóñez. El primero no tuvo su tarde. Sus toros no colaboraron y el torero se desdibujó en una actuación forzada y desconfiada. En su haber queda, sin embargo, un magnifico quite por verónicas a su primero. Rivera Ordóñez se encontró con el lote más difícil. El torero justificó su inclusión en el cartel con una decisión y un valor encomiables. No pudo torear, pero se jugó la vida, que no es poco.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_