Halffter hace sonar la 'procesión de las turbas'
El compositor estrena su última obra en la Semana de Música Religiosa de Cuenca
La pasión y muerte de Cristo ha sido raíz de una larga creación musical a través de los siglos, en el plano de lo culto como en el de lo popular. Su conmemoración anual, después de 2.000 años, lanza a los cuatro puntos cardinales un sinnúmero de manifestaciones musicales que, generalmente, se apoyan en las grandes catedrales sonoras de tan alta belleza como las arquitectónicas. El estreno mañana en Cuenca de la última obra de Cristóbal Halffter, titulada Las turbas, centra el interés musical de las semanas de música religiosa en lo que a creación contemporánea se refiere.
El estreno de Las turbas tendrá lugar en el Auditorio de Cuenca a cargo de la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por el compositor. "Turbas", dice Cristóbal Halffter, "es una suerte de collage sinfónico basado en la vieja tradición conquense de la procesión de las turbas en la noche del Viernes Santo: la ciudad retumba con el batir de los tambores y el gritar casi humano de las trompetas. Para mi obra, imagino una ceremonia religiosa en una pequeña iglesia. El pueblo reza, casi en silencio, a Jesús Nazareno. Pero de la lejanía llega el rumor de las turbas, se acerca, acaba por invadir el templo con su algarabía para alejarse después de manera progresiva y devolver a los orantes al silencio y la meditación. Empleo una orquesta sinfónica completa aumentada en ocho percusionistas".Pasiones
Estamos en época de lemas y denominaciones antológicas y así la XXXV Semana de Música Religiosa de Cuenca, que empezó el pasado 31 de marzo con la actuación del grupo rumano Kontakion de liturgia ortodoxa y que termina el domingo de Resurrección, acoge en esta edición sus manifestaciones bajo el enunciado Y la muerte fue vencida. Las actuaciones se realizan en las iglesias de San Miguel y de San Pablo, además del auditorio.
Con un criterio amplio y una espiritualidad generalizada, la ciudad de las hoces hizo escuchar música bizantina y estrenó, además de la de Cristóbal Halffter que se escuchará por primera vez mañana, una nueva obra de Manuel Seco, El cántico de Daniel; presentó la reconstruida Pasión según San Marcos, de Bach, se adentró por las catedrales de La Rioja para recuperar del olvido páginas de Pérez del Camino, Ibeas Rábago, restauró las representaciones sagradas de los misterios paduanos del XII al XVI, se detuvo en las músicas funerales de Purcell y Distler y clausurará el domingo con El Mesías, de Haendel. El director musical de las semanas, Ignacio Yepes, tomó la batuta para el estreno de Seco y La misa breve, de Kodali.
La programación musical en Semana Santa este año ha comenzado mostrando la diversidad de sus posibilidades. Juan Sebastián Bach, con sus Pasiones, fundamentalmente las de San Mateo y San Juan, se hace presente cada Semana Santa, y la de 1996 no es excepción. En Madrid se han programado por partida doble las dos pasiones: la de San Juan, por la denominada Capilla Real, sonó en la parroquia-santuario del Perpetuo Socorro, y la confiada al Coro y Orquesta de la Comunidad, en el Auditorio Nacional.
En esta sala el coro y orquesta nacionales, dirigidos por Schneidt, alzaron el gran monumento de La Pasión según San Mateo, y la Sinfónica de Madrid y el Orfeón Donostierra, dirigidos por Max Pommer, la repitieron pasados tres días.
Hubo pasiones en Amsterdam y Barcelona a cargo de Frans Brüggen, dentro de su estilo historicista pero altamente humanizado, y no faltaron en Lisboa, Lucerna o Valencia. En esta capital se. oyó el Oficio de difuntos del genial Tomás Luis de Victoria.
En Madrid, se ha iniciado un festival de arte sacro, organizado por la Comunidad. Desde el 28 de marzo hasta hoy, sumó a La pasión según San Juan creaciones que van desde Allegri y Scarlatti hasta el español Leonardo Balada, pasando por Eslava, Grieg o Mendelssohn.
A ello siguieron cantatas fúnebres barrocas, interpretadas por el Amaryllis Consort y el grupo Zarabanda, de Charles Brett y Álvaro Marías, respectivamente; Adolfo Gutiérrez Viejo trazó una panorámica organística de Bach, y el cuarteto Via Nova interpretó a Haydn y Beethoven, mientras José Luis Temes, con el coro Magerit y el grupo Círculo, hizo creaciones del siglo XX de Crumb, Montsalvatge y Stravinski. En el teatro cortesano de El Escorial La camerata del Prado, de Tomás Garrido, revisó títulos de Bocherini, Campillos y García Fajer.
José María Barquín, al frente del coro Sebastián Durón, interpretó música de Victoria en la iglesia de San Miguel de Valladolid, y en Málaga, Odón Alonso expuso el Réquiem, de Verdi, obra con la que Claudio Abbado clausuró el festival de Pascua de Salzburgo, por lo demás reflejo de un ambiente social que los cronistas recogen al lado de sus comentarios sobre la calidad de las grandes figuras y orquestas que intervienen.
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