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La larga e 'inminente' liberación de Aldaya

La policía no sabe por qué ETA tarda tanto tiempo en soltar al industrial

Segura como está de que el rescate ha sido satisfecho en los términos acordados con los interlocutores de la banda terrorista, la policía no entiende por qué ETA sigue sin liberar al industrial donostiarra José María Aldaya, secuestrado hace 330 días.A falta de otra explicación, los expertos policiales se han adentrado en las últimas semanas en el terreno de las conjeturas y apuntan, reservadamente, la posibilidad de que el secuestrado pueda estar padeciendo alguna lesión o enfermedad transitoria que desaconseje a sus guardianes ponerlo en libertad.

A este temor responden, sin duda, las declaraciones tranquilizadoras -"la familia ha llegado a la conclusión de que José Mari se encuentra bien"- realizadas recientemente por el portavoz de los Aldaya, el sacerdote Inaxio Altuna.

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Altuna, quien el domingo se encontró con varias pintadas amenazantes frente al seminario en el que vive y trabaja, ha negado que su. convicción sobre el buen estado de salud de Aldaya se sustente en una comunicación "directa" de ETA. La policía cree que los Aldaya han recibido, "naturalmente por vía indirecta", suficientes garantías sobre el estado del rehén.

Desde fuentes bien distintas se confirma igualemtne el pago del rescate exigido por ETA y se justifica el retraso en la puesta en libertad del secuestrado aludiendo a la seguridad del comando que lo retiene desde hace 11 meses. "El pago se ha hecho, efectivamente, y la liberación se producirá en cuanto el comando vea que pueda hacerlo sin riesgo", indican.

El portavoz de la familia declaró ayer que ésta "espera que de un momento a otro se produzca alguna novedad en tomo al secuestro". Altuna, que participó en la habitual concentración que altos cargos del Gobierno vasco realizan todos los lunes en apoyo de Aldaya, reconoció que, con el paso del tiempo, "la tensión se va haciendo mayor" entre los familiares.

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A los inevitables rumores que rodean este tipo de situaciones se ha unido últimamente el comentario, probablemente apócrifo e interesado, según el cual Aldaya "ha perdido cinco kilos de peso que le sobraban y hace footing todos los días".

Sea o no este rumor una muestra más del sarcasmo cruel con que los amigos de ETA tratan todo lo relacionado con el secuestro, el caso es que casi nadie cree que Aldaya haya ocupado en estos meses el nicho de dos metros de largo por uno de ancho en el que permaneció recluido su predecesor, el ingeniero Julio Iglesias Zamora.

"Aunque la experiencia demuestra que todo es posible, hay que pensar que una persona normal no puede sobrevivir 11 meses enterrado en un agujero de esas características sin enfermar gravemente o volverse loco", señalan expertos policiales.

La principal hipótesis de trabajo de los agentes sitúa al industrial donostiarra en un caserío o una granja. "Puede estar en cualquier parte, incluso en Francia, ahora que no hay frontera, pero para evitar que enloquezca", indican, "tendrán que sacarle de vez en cuando, aunque sea a ver la luna".

La policía considera seriamente la hipótesis de que Aldaya y el funcionario de prisiones José Antonio Ortega estén recluidos, por separado, en un mismo escondite. Sería un hecho novedoso en los hábitos de la organización terrorista, pero está claro que de un tiempo a esta parte ETA ha cambiado enormemente su comportamiento. Y eso permitiría a la banda no tener a dos comandos inmovilizados.

Aunque los esfuerzos hayan sido baldíos, los policías han trabajado a fondo en el intento de localizar a los dos secuestrados. Han vigilado cientos de caseríos, preferentemente en Guipúzcoa; han controlado a decenas de sospechosos; han aplicado todas las técnicas a su alcance -entre ellas, la detección de focos de calor desde aviones y helicópteros-, y otros recursos. Todo en vano.

Se explica así que no hayan echado en saco roto las predicciones y las imágenes visionarias de los mediums y adivinos. Algunos han advertido que Aldaya está cautivo en un lugar próximo a grandes masas de agua.

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