Un temperamento teatral
Domingo de Ramos, 15 millones de desplazamientos por carretera y, en La Zarzuela, lieder bien interpretados por Hagegard (Karlstad, Suecia, 1945) y la pianista Ellisabeth Boström. El público no llenó la sala de Jovellanos y los asiduos podíamos detectar con facilidad las ausencias y sustituciones. No se escucha todos los días Amor de poeta, una de las cimas de la lírica vocal de cámara en la que Schumann consigue una unidad dramática, intensa y concentrada a lo largo de los 126 textos de Heine. Hagegard los expuso con noble delicadeza e incluso con acentos expresivos muy bellos, pero me parece que estamos, ante todo, frente a una voz y un temperamento teatrales, como lo demuestra la trayectoria profesional del artista sueco. Aparte del Papageno, en el filme La flauta mágica, de Bergman -una verdadera creación-, el intérprete ha asumido un repertorio que va desde Monteverdi al estreno de autores actuales (Lindholm, Corigliano). Así, la segunda parte dio ocasión a Hagegard para desplegar su estilo versátil y su intención dramática en páginas como Por quince peniques, de Strauss, o como El prisionero de la montaña, sobre versos populares, de Grieg, mientras los temas plenamente románticos del bosque, el sueño y el año, condensados por el sueco Hugo Alfven, o el mundo amoroso y onírico tratado por Sibelius, preparaban la llegada al gran dramático del lied, Hugo Wolf, en dos significativos ejemplos: El cazador de ratas, sobre Goethe, y Despedida, sobre Mörike. La pianista colaboró con su bello sonido en la creación de esos grandes / pequeños mundos. Los artistas recibieron grandes ovaciones.
Hagegard
Piano: Elisabeth Boström. Obras de Schumarm, Strauss, Grieg, Alfven, Sibelius, y Wolf. Teatro de La Zarzuela, Madrid, 31 de marzo.
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