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Tribuna
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De la Sección Femenina a la élite

El deporte femenino siempre ha ido con retraso respecto al masculino. En un mundo machista, el deporte no tenía por qué ser una excepción. Y en España, mucho más. Cuando empezaba la evolución moderna por ahí fuera, la época franquista cercenó cualquier posibilidad de acceder a la élite. Las faldas y pololos de la Sección Femenina eran un lastre demasiado grande como para intentar competir con visos de igualdad.Por ello, en la misma línea de excepcionalidad que ha marcado el deporte masculino, sólo algunas deportistas han brillado a cierto nivel antes del reciente fin de la penuria. La comparación de que mientras en Europa o en el mundo iban en coches de carrera aquí sólo en Seat 600, servía perfectamente.

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Y eso que el deporte femenino español había tenido un ilustre precedente bastante antes de la Guerra Civil, cuando la mujer española no tenía tantas, trabas, sólo las económicas, para practicarlo. Elia María González-Álvarez y López-Chicheri, a juzgar sólo por el número de apellidos, ya apuntaba que destacaría en cualquier cosa. A los 12 años se permitía hacer hasta 30 carambolas al billar, esquiaba con brillantez y no demasiado después ganaba el campeonato suizo y el circuito catalán de automovilismo. No fue extraño, entonces, que llegara dos veces a la final del torneo de tenis de Wimbledon. Para todos era ya Lilí Álvarez y la pena fue que no pudiera suceder a la legendaria Suzanne Lenglen.

Carmen Valero

Tendrían que pasar largos años hasta que otra mujer brillara en lo más alto del deporte. La atleta Carmen Valero ganó dos veces el Cross de las Naciones, aunque nunca traspasó su calidad a la pista y a los Juegos Olímpicos. En ellos, antes de Barcelona, el deporte femenino español se había tenido que conformar con que la nadadora Mar¡ Paz Corominas se metiera en la final de los 200 metros espalda de México 68 y acabara séptima, y penúltima. Doce años después, aprovechando el boicoteo de Moscú 80, el equipo de relevos de 4 x 100 estilos fue octavo y último. Después, aparte de las gimnastas de rítmica sólo vendría el séptimo puesto de Maite Zúñiga en los 800 metros de Seúl 88. En total, una miseria para el botín que esperaba en Barcelona.

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