Una meca en la ruta de la 'papelina'
Las casetas modulares de la avenida de Guadalajara, habitada por familias gitanas, son La Meca para muchos de los toxicómanos que hasta ayer frecuentaban el tapiado mercado de Montamarta.Buena parte de ellos se acercan a los prefabricados para comprar su dosis en la línea 7 de metro (Avenida de América-Las Musas). Bajan en las estaciones de San Blas y Simancas, en cuyo alrededores hay también un fuerte trapicheo, y llegan a los módulos sin más que recorrer la calle de Amposta.
El centro de jubilados situado en las esquinas de las calles de Amposta y la avenida de Guadalajara es una atalaya perfecta sobre un paisaje de desolación. Un viandante cualquiera puede contemplar cómo, en esta esquina de la ciudad alejada de cualquier zona céntrica y olvidada por los mapas, decenas de toxicómanos acuden a los prefabricados para comprar papelinas.
Entre las casetas construidas en 1981 como alojamientos provisionales y aún en pie pululan mezclados los chiquillos, los yonquis y los perros callejeros. Entre montículos de basura y casas llenas de grietas se ven vehículos de potente cilindrada y algunos chabolistas mal vestidos, pero cargados de joyas en todos los dedos de las manos, alrededor del cuello.
A media tarde de ayer, mientras este mercadeo tenía lugar entre chamizos, a escasos metros, una patrulla de la Policía Municipal pedía la documentación a los ocupantes de un vehículo y una furgoneta de Médicos del Mundo cambiaba jeringuillas a los toxicómanos que se acercaban.Las Rosas
En principio, esta favela formada por los prefabricados de las modulares y las chabolas de Los Focos tiene sus días contados.
En el lugar que ocupan ahora las casetas está prevista la construcción de las 10.000 viviendas del polígono de Las Rosas. A sus habitantes, el Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada les prometió una vivienda digna para 199 1, compromiso que las instituciones no han cumplido. Ahora, una vez que la venta de droga ha sentado plaza desde hace años en esta barriada marginal, la situación se ha enmarañado sobremanera.
La Administración tiene que eliminar las casetas para que comience la urbanización de Las Rosas y está comprometida a realojara los chabolistas, que quedaron descolgados del ambicioso programa de barrios en remodelación.
Pero entre los habitantes de la favela hay quienes, a fuerza de trapicheo, han conseguido unos ingresos que se dan de bruces con la concesión de una vivienda social. El problema es que dichos ingresos son difícilmente comprobables por sus orígenes oscuros. Además, a pesar de los Mercedes y los oros, los niveles de analfabetismo, absentismo escolar, natalidad y formación laboral están más cerca del Tercer Mundo que del primero.
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