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"Que se callen todos"

Ser alcalde de una ciudad y dueño de un club provoca extrañas reacciones. Ahí está el caso del señor Miguel Celdrán, edil de Badajoz y máximo accionista del club, a quien no le debía convencer la posición que ocupaba su equipo, tan arriba, apenas a tres puntos de la gloria. Y de su boca salió un comentario digno de figurar en un catálogo de absurdos. "Me aburre tanto el equipo que me estoy pensando el volver al campo". De premio.Pero lo peor es que su frasecita encontró eco. Y otros miembros del Consejo de Administración, solidarios ellos, le rieron la gracia, en un extraño ejercicio de complicidad. De repente, Colin Addison, el técnico, sintió que su trabajo se agrietaba, afectado por semejantes cargas de profundidad. Salió en su defensa Félix Castillo, presidente del club, a quien no le tembló la voz ni ante la visión de la vara del alcalde: "Que se callen todos", exigió. Ayer, como de costumbre, ganó el Badajoz, en un triunfo que sólo admite el más sonoro de los aplausos o, como mal menor, el silencio.

En Marbella, en cambio, no encuentran ni victorias, ni aplausos, ni silencio. El equipo no es que esté hundido. Es que está enterrado. Las matemáticas le hacen un flaco favor asegurando que todavía es un conjunto de Segunda división. Sólo los números, o la más tierna de las inocencias, pueden empeñarse en defender semejante disparate. El Marbella está a 18 puntos de la salvación. Y quedan por disputarse 24. Descanse en paz.Ayer se asomó por los dominios de Gil el Real Madrid. Llegaban los de Egea en cuadro, con todas sus figuras a las órdenes de Arsenio. Como si nada. El Madrid ganó, claro. Y eso que los marbellíes, en caso de victoria, hubieran recibido un premio superior al millón. El dadivoso donante se llama Bob Petrovic, máximo culpable de que el club tenga hoy un enorme parecido con el más ruinoso de los solares.

El tal Petrovic, posiblemente el más extraño personaje que haya pisado nunca el fútbol español, y mira que los ha habido raros, se ahorró su dinerito. Que es lo que no hará Jesús Polo, presidente del Leganés, todo un maestro en hacer las cosas bien. Se enfrentó el cuadro madrileño al Hércules, coloso contra coloso. El duelo acabó en tablas, pero dejó un magnífico aroma. Hace tiempo que el Leganés ha presentado su candidatura al trono de los elegidos. Y hace tiempo que colgó su timidez en una percha del vestuario, cambiándola por un fútbol con mayúsculas, suficiente motivo para no parar de aplaudirle.

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