Los butroneros de la sucursal de Argentaria encontraron dentro las llaves de la cámara acorazada
La sucursal de Argentaria en el número 52 de la calle de Claudio Coello, en el barrio de Salamanca, fue asaltada el pasado fin de semana por el sistema del butrón (agujero). Los ladrones entraron a un edificio contiguo por el garaje, practicaron un agujero en el techo y accedieron a la entidad. Una vez dentro, siempre según fuentes policiales, no les hizo falta agotar el soplete: en el suelo encontraron las llaves de una trampa que comunicaba con la cámara acorazada. No acabó allí su suerte. A causa del robo, la alarma se activó el domingo por la mañana y un vigilante de seguridad acudió al lugar sin descubrir nada, por lo que reactivó el sistema. Entretanto, los ladrones habían desvalijado 49 cajas de seguridad de las 79 que posee la entidad.El monto del asalto no ha podido ser calculado, aunque fuentes policiales indican que difícilmente superará los 50 millones de pesetas, ya que, a tenor de las primeras indagaciones, la mayoría de las cajas guardaban documentos. Asimismo, la policía sospecha que los butroneros sólo se llevaron dinero en metálico. A favor de esta hipótesis figura el que los ladrones dejasen desparramados por el suelo gran cantidad de joyas, así como otros objetos de valor.
Un portavoz de Argentaria manifestó ayer que la sucursal cumplía las medidas de seguridad. Este representante bancario negó que la directora de la entidad hubiese remitido carta alguna a los clientes señalando que existían deficiencias en este aspecto.
Los clientes de la sucursal que en la mañana de ayer hacían cola ante las puertas cerradas de la entidad mostraron su malestar por lo ocurrido. Muchos decían que en sus cajas sólo guardaban joyas y documentos, pero nada de dinero. Cada caja posee un seguro obligatorio por valor de 750.000. "En caso de que el cliente guarde cosas de más valor puede cerrar un seguro complementario. Es absolutamente falso eso de que aquí han desaparecido miles de millones", afirmó el portavoz de Argentaria.
Los butroneros aprovecharon el fin de semana -presumiblemente la mañana del domingo para dar el golpe. En su ejecución demostraron conocer a la perfección la estructura del edificio que aloja la sucursal.
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