Un novillero como los de antes
Pasquau / Porras, Califa, Ortega
Novillos de Jiménez Pasquau, de aceptable presencia, cinco manejables, 5º pastueño.
Francisco José Porras: pinchazo y estocada desprendida (petición y vuelta); media y cuatro descabellos (vuelta).
El Califa: metisaca en los bajos (silencio); bajonazo (división). Francisco Ortega: pinchazo y estocada contraria perdiendo la muleta (palmas y protestas al saludar); estocada trasera caída perdiendo la muleta (palmas). Los tres nuevos en esta plaza.
Plaza de las Ventas, 19 de marzo. Un octavo de entrada.
Los escasos espectadores que, a despecho de la amenaza de un cielo plomizo, salpicaban aquí y allá los graderíos no salían de su asombro. ¡Ahí estaba un novillero como los de antes! Un novillero, Francisco José Porras, que intentaba hacer el toreo y que algunas veces le salía bordado. Un muchacho que intervenía en todos los quites, con la variedad de las gauneras, las chicuelinas y las navarras. Un chaval que resolvía dificultades con torería, aplomo y colocación. Rara avis en estos tiempos, pero ahí estaba.Si hubiera manejado con más acierto el acero habría abierto la puerta grande. No obstante, el público le obligó a pasear el anillo en sus dos enemigos y, antes de retirarse al estribo tras la vuelta en el cuarto del encierro, le hizo saludar de nuevo. El novillero recogió la ovación, en el centro del redondel, montera en alto y con el capote toreramente desplegado junto a la cadera. Otro detalle elogioso para anotar en su haber.
Porras debutaba en Madrid. Su toreo de mano baja y suerte cargada y la forma serena y consciente con que se movió toda la tarde han dejado muy buen sabor.
Le acompañaron otros dos debutantes. El Califa, que venía de tierras valencianas, y Francisco Ortega, madrileño y sobrino del matador Ortega Cano. El de la tierra de las naranjas rozó también el triunfo con un toreo vertical, templado y con sabor en algunos momentos del trasteo. Su afición a meter la espada en las bajuras le privó de mayores premios.
Ortega es una mala copia del tío José. Las mismas parsimonias, el mismo toreo fuera de cacho. Abuso del pico y medios pases. En una palabra, pocas ganas de torear. Así no va a ninguna parte.
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