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Los diplomáticos pierden la inmunidad para la grúa

La placa roja ya no será una excusa. El Ayuntamiento, ávido de mejorar los resultados económicos de la grúa, ha decidido dejar de hacer distingos con los coches diplomáticos. Así, el Ministerio de Asuntos Exteriores -interlocutor entre las misiones extranjeras y las instituciones españolas- ha advertido a las más de 90 embajadas que los diplomáticos tendrán que pagar la tasa de la grúa cuando ésta les retire el coche mal aparcado. Y de paso les "recomienda" pagar las multas. La medida está en vigor desde el 1 de marzo, según se advierte en la nota verbal (escrita) dirigida por el departamento a todas las misiones diplomáticas y organismos internacionales ubicados en Madrid.

La placa diplomática deja de ser patente de corso en lo que a grúa se refiere. El concejal de Policía Municipal y Tráfico, José Ignacio Echeverría, decidió en noviembre pasado acabar con la deferencia con que el Ayuntamiento ha tratado hasta ahora a los vehículos de los diplomáticos.Con mano de hierro en guante de seda, el concejal dijo que se acabó el indulto para los representantes extranjeros, y mencionó casos en que el vehículo diplomático se encuentra mal estacionado no ante una embajada, sino ante comercios de zonas nobles de la ciudad.

La concejalía dio un primer aviso de la medida a las misiones extranjeras. Después, los representantes de Exteriores se reunieron con los responsables municipales para estudiar el cumplimiento de la normativa sobre tráfico. Tras este encuentro, el ministerio dirigió -con fecha del pasado 1 de febrero- una nota verbal a los organismos internacionales. En ella se señala que, "por la alta representación que ostentan, están obligados a mantener una línea de conducta ejemplar".

Respecto a las multas, Exteriores "recomienda" a los diplomáticos el pago de las mismas. No pasa de ser un consejo: la inmunidad diplomática, reglamentada en el Convenio de Viena (1961), implica que no se puede exigir el abono de las multas. Así lo reconocen en el ministerio.

Pero una cosa son las multas y otra las tasas. En su nota, el ministerio también advierte: "Ante la eventualidad de que un vehículo [diplomático] fuera retirado por la grúa municipal por cometer una infracción, podrá ser recogido en los bajos del Centro Cultural de la Villa de Madrid, previo abono de la tasa por traslado del vehículo". Esta tasa es de 18.530 pesetas.

Esta medida poco diplomática -en vigor desde el 1 de marzo- se enmarca en la intención de la empresa municipal de recogida de coches, Emitra, de recaudar más dinero en este ejercicio para prescindir de la subvención municipal que recibía hasta ahora (200 millones de pesetas el año pasado). De forma que ha hecho tabla rasa no sólo con los miembros del las embajadas, sino también con los contratistas de obras de infraestructuras (obras, asfaltado, podas). El Ayuntamiento ha pedido a estos operarios que señalicen las calles con la prohibición de aparcar cuando deban hacer trabajos. Eso, en lugar de llamar a la grúa para que les libere el espacio.

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Amén de "aumentar la producción de la grúa", también hay una cuestión de imagen. Cuando, este diario sorprendió estacionados en zona prohibida a los vehículos oficiales de José María Álvarez del Manzano y Aznar frente al teatro Español, Echeverría, muy molesto, dijo que se iba a acabar con cualquier favoritismo.

Kafka y los municipaless

Las intenciones municipales han provocado malestar en algunas legaciones que padecen casi a diario la ocupación de su espacio reservado de aparcamiento por parte de vehículos particulares.No es fácil expulsar a los intrusos. Un embajador centroeuropeo ubicado en el barrio de Salamanca relata así sus peripecias: "Primero tenemos que llamar a la Policía Nacional para que revise el coche, por si se tratara de un automóvil bomba, ya que la grúa no lo retira sin esta revisión previa. Una vez analizado, los agentes deben entregar un certificado a la Policía Municipal, encargada, a su vez, de llamar a la grúa. Pero los municipales siempre llegan muy tarde, cuando los nacionales ya se han ido sin querer dejamos el certificado a nosotros. Entonces, los policías del Ayuntamiento no quieren llamar a la grúa porque no les consta la revisión", dice a punto de perder el resuello.

"Al final, casi siempre tenemos que esperar a que el conductor que ocupó nuestro espacio tenga la bondad de retirar su coche", prosigue el embajador, habituado a luchar por su espacio desde la misma acera. Este diplomático calcula que la grúa sólo le retira dos de cada diez automóviles intrusos. "Y eso, después de perder mucho tiempo en gestiones. Kafka también es madrileño", ironiza el diplomático centroeuropeo.

Al subterráneo

En la nota verbal de Exteriores se anuncia que el Ayuntamiento incrementará su celo ante este problema, más frecuente de lo deseable. Esto puede paliar la desazón provocada en algunas legaciones por la persecución de la grúa. Mientras tanto, otro diplomático reconoce: "Uso mucho más que antes los aparcamientos subterráneos. Y, por cierto, son bastante caros".

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