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Tribuna
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Plantar cara

¿Para qué se presenta CiU a las elecciones españolas? ¿Para plantar cara? En fin, no me hagan reír. Ya se vio la cara que plantaron en las épocas de mayoría absoluta. Tanta plantaban, que Roca fue enviado a El Toboso: tanto era el aburrimiento y tanta la impotencia. El único sentido parlamentario de CiU es que nada puede hacerse sin sus votos. Es la tercera vez que esto ocurre: las otras dos acabaron en fracaso. Cuando la crisis de UCD, Pujol -el gran estadista- no tuvo el arresto suficiente para aliarse con Suárez y construir un inédito centrismo liberal que pudo haber dado resultados de excepción. En la reciente época de fragilidad socialista, Pujol -gran estadista- inició el peor de los caminos: nunca dio Cataluña en España una imagen semejante de mercadeo y de ausencia de compromiso en la, suerte común. Luego, la flojera convergente contribuyó a precipitar las elecciones a fin de conservar en Cataluña la mayoría absoluta y dar lugar en España a una mayoría más estable. Y ya se ve lo que hay: en Cataluña, mayoría relativa, y en España, unos resultados que son mucho más consecuencia del desconcierto que de eso que llaman, tan optimistas, la sabiduría popular. Pujol tiene ahora la tercera oportunidad. Renunció a un centrismo culto y a instalarse en el proyecto regeneracionista más duradero que ha tenido España. Sin embargo, todavía está en su mano algo importante: reconstruir desde una perspectiva científica y autonomista la derecha española y acabar con su vocinglera cutrez nacionalista. Valdría la pena -cuando quizá esté más que nunca entre los suyos- que el gran estadista se aplicara a la labor. Y que no prolongara el tonteo: más que nada, para evitarnos un debate áspero y estéril sobre la necesidad de una nueva ley electoral cuyo texto condenara a CiU a plantar cara de por vida.

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