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Inspectores de la UE registran por sorpresa tres federaciones nacionales

La Comisión Europea está estudiando si los balones de la FIFA se ajustan a las normativas actuales. No se trata ni de una cuestión de tamaño ni de calidad, sino de dinero. Varios distribuidores y fabricantes de balones de fútbol -especialmente alemanes- han denunciado ante la Comisión el cobro de licencias por parte de la FIFA. Inspectores de la LTE registraron ayer las sedes de las federaciones danesa, francesa e inglesa en busca de datos. Los directivos se mostraron estupefactos ante lo que parecía casi una redada policial.

Estas comisiones ascienden a un franco suizo (103,5 pesetas al cambio actual) para los balones que se utilizan en los entrenamientos y dos francos suizos por cada pelota de partido oficial, aunque la intención de la FIFA cuando empezó a instaurar el sistema de licencias en 1994 era de exigir 3,5 francos suizos por las oficiales y 1,5 por las de entrenamiento.Inspectores de la Comisión se presentaron ayer en unas oficinas de la FIFA en la sede de la federación inglesa de fútbol, en Londres, a la búsqueda de indicios de que los balones del máximo órgano del fútbol mundial pudieran no ser legales. Al menos el cobro de esas licencias para el uso de los balones en encuentros oficiales. La investigación se amplió a otros frentes: visita de seis inspectores en la federación francesa, donde estuvieron seis horas, y de cinco en la federación danesa. Todas estas visitas se efectuaron sin aviso previo. Los inspectores trataron de tener acceso a toda la correspondencia de estas federaciones con la FIFA y, sobre todo, a lo relacinado con el cobro de derechos por el uso de los balones.

Un portavoz de la Comisión señaló ayer en Bruselas que no se trata todavía de un expediente, sino de una investigación preliminar a cargo de sus funcionarios. Cada año se fabrican en el mundo 8 millones de balones destinados a partidos oficiales y otros 32 millones para entrenamientos. Pero no todos llevan la controvertida licencia. Bruselas estima que la FIFA ingresa al año unos 8 millones de francos suizos (unos 800 millones de pesetas) a través de este sistema.

El problema, al parecer, se sitúa no sólo en el cobro de licencias, sino en los costes que este sistema acaba generando para los fabricantes y distribuidores de material deportivo, que se estima en tomo a 8 francos suizos por pelota. Eso significaría un sobrecoste del 8% en los balones más caros, que tienen un coste de fabricación de 100 francos suizos.

La Comisión debe ahora estudiar sí la práctica de la FIFA se ajusta a las normas del libre mercado. Eso dependerá en buena parte de hasta qué punto la utilización de estos balones es o no obligatoria a ciertos niveles de competición.

La investigación se ha iniciado en Londres -pese a que la sede europea de la FIFA está en Suiza- porque la federación inglesa es una de las que está de acuerdo con el actual sistema de licencias por balones y puede encontrarse allí el material necesario para abrir un expediente oficial. Bruselas no pudo ayer precisar cuál es exactamente el mecanismo que beneficia a las federaciones nacionales en este asunto, aunque aclaró que, por el momento los balones españoles están libres de toda sospecha de ilegalidad [en España es la Liga quien vende la exclusiva del balón oficial].

Estupefacción

El fútbol, con esta nueva acción de la UE, continúa sin salir de su asombro. Cuando se ha creído tantos años un reino aparte, resulta que ahora le están cayendo una tras otra las persecuciones lógicas de un mundo legal y general al que ha querido sustraerse. "Ha sido el equivalente a la irrupción de la policía con mandato judicial", así comentó ayer un portavoz de la federación inglesa el hecho. Y añadió: "Lo consideramos nada normal y bastante injustificado". Graham. Kelly, el director ejecutivo, mostró su estupefacción: "Creí que se trataba de una redada. No es agradable ser tratado como un criminal. Ellos fueron de oficina en oficina buscando documentos que no estaban", señaló desde la sede de Lancaster Gate.

En París y Copenhague, en los domicilios de las federaciones francesa y danesa, las cosas rodaron un poco mejor para los registrados que en Londres. "Los seis hombres que llegaron", dijo un directivo de la Federación Francesa, "fueron recibidos por el propio presidente, Claude Simonet. Procedieron a verificar numerosos documentos, pero no se llevaron ninguno después de seis horas de inspección", concluyó.

En la capital danesa, también estuvieron durante seis horas cinco inspectores buscando datos. "Miraron unos 50 documentos", comentó un portavoz. "La visita fue de sorpresa, pero completamente legal. Los inspectores tenían un mandato de registro en toda regla".

La UE está decidida a perseguir en todos los campos a los organismos que rigen el fútbol. En el territorio comunitario, y como punta de lanza para sentar jurisprudencias, el deporte más popular no podrá seguir a su aire. El caso Bosman sólo ha sido el comienzo.

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