Cara y carisma
El que uno de los actuales líde
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res políticos haya perdido la cara, y el que otro líder no haya tenido nunca carisma es -de suyo- muy negativo. Pero, con un poco de inteligente reflexión, puede servir también, para que muchos, escarmentados, no sSigan buscando a toda costa un jefe, un amo, y se diversifiquen más las opciones realmente contrarias para que tengan la capacidad de controlarse mutuamente, sin dar excesivo, absoluto, poder a nadie; es decir, sin poner todos los huevos en el mismo cesto.
Y ligado a ello, la desastrosa situación actual puede inducir a muchos a no votar tanto a los candidatos con superficialidad, por su bonita cara, sino fijándose más en sus programas y exigiéndoles después en serio que los cumplan. Así se habrá dado un paso decisivo para disfrutar de las mejores ventajas -y no casi sólo de los inconvenientes- del sistema democrático.-
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