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Entrevista:MARIO MOLINA - PREMIO NOBEL DE QUÍMICA

"Tenemos que aseguramos de que se esta recuperando el ozono"

Sherwood Rowland y Mario Molina establecieron con tal precisión las reacciones químicas inducidas por el cloro en la atmósfera que la destrucción de la capa de ozono era una predicción rotunda. Se verificó pocos años después, saltó la alarma, se firmó un acuerdo internacional para limitar la producción de los destructores compuestos de cloro (CFC) y Molina y Rowland, junto con Paul Crutzen, recibió el Premio Nobel de Química en 1995. Molina, estadounidense de origen mexicano, investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), dirigió la sesión especial dedicada a la capa de ozono en la reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), celebrada recientemente en Baltimore (Estados Unidos).Molina, de 52 años, habla pausadamente, con la precisión de un científico y la habilidad de un divulgador sincero, acerca del estado actual de la capa de ozono y de su relación con el cambio climático. Los descubrimientos que hizo con Rowland y las implicaciones bien definidas sobre la capa de ozono pueden hacer pensar que poco queda ya por investigar en este campo.

Pregunta. ¿Qué retos tienen por delante los expertos en química atmosférica, qué incertidumbres?

Respuesta. Hay muchos retos, algunos con el problema del ozono de la estratosfera mismo, y muchos otros con cambios relacionados con el resto de la atmósfera y los intercambios con la superficie terrestre. El ozono desaparece de manera más espectacular sobre la Antártida que sobre el Ártico, pero en el hemisferio norte los efectos son más sutiles, los mecanismos químicos y meteorológicos no son tan claros, y no tenemos suficiente información como para hacer predicciones muy buenas para los próximos diez o 20 años.

P. ¿Por qué son más sutiles los efectos?

R. Porque no hace tanto frío. Además, sobre la Antártida, el aire del vórtice polar en la estratosfera no se mezcla con el aire de fuera del vórtice, y se produce allí una situación más sencilla pero más extrema: el ozono, entre 15 y 20 kilómetros de altura, desaparece en su totalidad. Sobre el Ártico las temperaturas son cinco o diez grados menos frías y duran menos. tiempo, por ello el ozono no desaparece del todo, sino sólo el 20% o el 30% en invierno.

P. ¿Qué dicen los últimos datos sobre el estado de la capa de ozono?

R. Son claros: el agujero de la capa de ozono en la Antártida sigue; es aproximadamente del tamaño del continente antártico y no se puede ensanchar mucho porque esta limitado por el vórtice polar. Tampoco hay manera de que allí profundice más, porque donde el ozono es más abundante, en la baja estratosfera, desaparece en su totalidad en el agujero. La situación probablemente no va a empeorar mucho más. En el hemisferio norte, si hay años muy fríos o si hay otra explosión volcánica como la del Pinatubo, posiblemente haya un adelgazamiento más severo. Pero lo más probable es que hayamos limitado los efectos -que potencialmente hubieran sido mucho más graves- al limitar los CFC.

P. ¿Están recibiendo mucha financiación para continuar el desarrollo del mismo?

R. No. Debería haber más investigación, En Estados Unidos estamos pasando dificultades; por ejemplo, para las mediciones de satélites no está claro que vaya a haber financiación. El sistema Earth Observing, que ya se había aprobado, puede que no siga adelante por la situación presupuestaria actual. En parte también se debe a que la percepción del público es que el problema del ozono está resuelto. En buena medida es cierto, mientras que hay mucha más incertidumbre en el cambio climático y, si hay fondos limitados, el Gobierno toma la decisión de investigar más el problema del clima. Pero, por otro lado, en el problema del ozono tenemos la certidumbre de que está sucediendo, y es indispensable continuar observando la atmósfera para asegurarnos de que se está recuperando.

P. ¿Cuándo se cerrará el agujero del ozono antártico?

R. A mediados del siglo próximo. El problema es que el cloro que ya está en la atmósfera tarda mucho en eliminarse, porque los CFC tienen una vida muy larga. En la medida en que la comunidad internacional cumpla los acuerdos de Montreal, van a disminuir los efectos en el ozono. Pero hay factores preocupantes, como el efecto invernadero.

P. ¿Qué efectos pueden tener los sustitutos de los CFC?

R. Uno de los dos tipos de sustitutos, los HCFC, todavía tienen cloro, pero tienen una vida media mucho menor que los CFC. La mayor parte de la emisión se descompone en la baja atmósfera y no llega a la estratosfera. Como el cloro es aún suficientemente dañino, se consideran los HCFC como una solución temporal para que se desarrollen tecnologías mejores. Otros sustitutos, como los HFC, sólo tienen hidrógeno, flúor y carbono, pero hay opciones tecnológicas limitadas para su utilización. Hay una gran variedad de usos de los CFC, y no se han desarrollado sustitutos para todos ellos.

P. ¿Hay otros riesgos de agentes destructores del ozono?

R. Los aviones supersónicos. En la actualidad hay muy pocos, sólo el Concorde, y tienen un efecto muy pequeño. El problema es la posibilidad de que se construyan flotillas para cubrir una buena parte de los vuelos intercontinentales. Esos aviones volarían a mayor altura que el Concorde y podrían tener efectos negativos en la estratosfera; podrían tener efectos negativos por los óxidos de nitrógeno, muy destructores del ozono en la parte superior de la estratosfera.

P. ¿En la capa de ozono ha sido más fácil determinar la responsabilidad humana que en el cambio climático?

R. Sí. La desaparición del ozono sobre la Antártida fue de tal magnitud que no cabía duda. Además está muy clara la química del cloro y de sus compuestos, la responsabilidad de los CFC. Se establecía con total claridad la relación causa-efecto.

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