Que nos cuelgan de un pitón

Mírenlo desde este ángulo: sólo faltan cinco días de turrada y, además, se ha terminado el fluir de encuestas, esa avalancha de gráficos, números y pronósticos que hemos tenido que sortear cada día al salir de casa. En las encuestas, una ni cree ni deja de creer, máxime cuando esta vez he sido una de las encuestadas, ahora no recuerdo para qué tienda de sondeos, y todo lo que saqué en claro es que a la persona que me vino a preguntar le dolían los pies y estaba hasta las narices de que le cerraran la puerta una serie de ancianos temerosos de encontrarse ante El Estrangulador del Barrio. Nos tomamos un café y, básicamente, intenté responder a todo lo que me preguntaba, aunque lo que yo quería contarle era otra cosa. Las encuestas carecen de matices, y son los matices, me temo, lo que al final lleva a muchos a decidirse por una u otra opción.Además, a medida que pasan los días, surgen nuevos estímulos. Tienen razón los del PP, acusados de carecer de programa, cuando dicen que, tenerlo, lo tienen, pero que nadie lo lee. Véase una muestra. Agarren el programa del Partido Popular de Andalucía, váyanse a las páginas culturales, siéntense, y busquen el apartado dedicado a la Fiesta de los Toros -con mayúsculas, faltaría más-, en el que se pone de manifiesto no sólo la honda preocupación de los conservadores andaluces por el arte de Cuchares, sino su descabellada, y nunca mejor dicho, vocación para acabar con el paro en la región.

Francisco Alegre, o quien coño sea el que ha redactado el asunto, se duele de que, a pesar de que la fiesta de los toros es un aspecto muy importante de la cultura andaluza, "se observa que, de manera creciente, la juventud andaluza se aleja de la consideración positiva de la fiesta". O sea, que no hay vocaciones. Ello no es todo. Sigue más ello: "A pesar de la alta valoración de la fiesta, casi un 80% reconoce no ir a las plazas o ir esporádicamente". No sólo no hay vocaciones entre la juventud, sino que se da una tibieza asquerosa entre el personal, entregado vaya usted a saber a qué otros entretenimientos perniciosos.

Pero aquí, en un alarde de rearme moral como únicamente los populares son capaces de rearmarse, añade el programa, como quien dice, que a grandes males grandes soluciones, y propone que se "deben rescatar los contenidos culturales" de la fiesta de los toros, "y preservar tanto su pureza histórica como la calidad de la raza de los toros bravos". En esto estoy de acuerdo, siempre que se detengan en los toros.

Para poner fin a este desastroso panorama, se comprometen a promover la celebración de un Congreso Andaluz de Tauromaquia, al que asistirían toreros, empresarios, veterinarios, críticos y peñas taurinas, a partir de cuyas conclusiones, el PP-A estaría dispuesto a echar un capote, ponerse el presupuesto por montera, y estudiar "la concesión de ayudas especiales para los andaluces que deseen convertirse en matadores de toros".

Se me hace agua la peineta pensando en ese mundo nuevo lleno de adolescentes que correrán presurosos hacia el Departamento de Becas Más Cornadas da el Hambre, esos masters gratuitos impartidos por Currito de la Cruz, esa socialización de la muleta y el estoque patrocinada por el Instituto Pisa Morena. Sin embargo, echo a faltar bolsas de estudios para banderilleros, mozos de estoques e, inclusive, unos cursillos para Manolas Maduras Procedentes del Extrarradio, al que me apuntaría muy gustosa.

Todos juntos, y al estribillo: "La Macarena me ampare si me cuelgan de un pitón".