Un señor filial
Hacía mucho tiempo, casi una eternidad, que el Madrid no disfrutaba de un filial tan enorme, tan crecido, tan desafiante como el que este año maneja Sergio Egea. El equipo luce que da gusto. Recuperó Egea para la causa a Contreras, aburrido el hombre como estaba de desempeñar el papel, absurdo papel, de tercer portero del primer equipo; situó delante de él a Fernando Sanz, deseoso de demostrar que, pese a su condición de hijo de su padre, el presidente del Madrid, estaba capacitado para esconder con su fútbol semejante detalle.Modeló Egea un equipazo. Le dio entera libertad a Guti, convertido en el jugador más en forma de la categoría. El resultado ha sido fulminante: hoy por hoy, sólo el equipo madridista parece capacitado para echar al Hércules de su trono. Ayer, por Écija, pasó una apisonadora (0-4), un equipo preparado, y cómo, para bordar el fútbol.
Tampoco falló el Hércules, pese a que lleva tiempo con el freno echado. Ni el Leganés, que consiguió una victoria de tinte heroico en Badajoz. Sincero fue Sánchez Duque, su técnico, que se sentó en el banquillo con el gesto más humilde que pudo robarle al espejo: "Lo lógico es que pérdamos"1 dijo. Nunca una equivocación fue tan agradable. La trayectoria del Leganés contrastaba con la de su vecino de Getafe. El sábado se enfrentó al Marbella, en el duelo de los más torpes. Venció el Getafe, lo que no dejó de tener aspecto de milagro. Porque en Las Margaritas no veían ganar a los suyos desde noviembre. Stojilkovic, el serbio de nombre impronunciable, rompió Otra estadística de aspecto desolador: el Getafe se había pasado 303 minutos sin conseguir un mísero gol. Lo dicho, un milagro.
Más esperado fue lo del Extremadura, que derribó a uno de sus más complicados rivales, el Alavés. Curiosamente, venían los de Almendralejo de pinchar en Logroño. Y alguna crítica les debió caer. Apareció entonces Ortuondo, el entrenador, poniendo a cada uno en su sitio: "Tenemos patente de corso para perder dos partidos. No es justo que por una derrota se nos critique", dijo. Y no es ni justo, ni decente. Más bien es del género bobo. Pocos equipos tienen más méritos que el suyo, capaz de hablarle de tú a los santones de la categoría.
Peor le fue al Mallorca, que volvió a dar la de arena, dejándose birlar un punto en casa. Hasta ayer, Víctor contaba sus actuaciones por triunfos. Para disgusto de su presidente, ya no. La última ocurrencia de Beltrán, ante el enfado de los aficionados, ha sido cambiar el himno del equipo, un asunto, no cabe duda, de enorme trascendencia.
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