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Un bombero cogió a dos niñas en el aire en el incendio de Getafe

Pánico ante el fuego. La abuela, Esther G. V., lanzó a sus nietas, de cuatro y seis años, por la ventana. Un bombero de Getafe (144.600 habitantes), Carlos Pulido, las cazó al vuelo desde una escalera apoyada en la fachada. El incendio se produjo la madrugada del domingo en su vivienda, un segundo piso de la avenida de las Ciudades, 32, de la localidad. Esther G. V., de 69 años, es la única persona que permanecía ayer ingresada en el hospital Universitario de Getafe como consecuencia del incendio.

Esther es atendida en la unidad de grandes quemados de heridas en la espalda y precisa ventilación asistida al haber inhalado grandes cantidades de humo. Su pronóstico es grave, pero estable. El fuego se declaró en la sala de estar, probablemente porque algún cigarro prendiera en las cortinas, según la hipótesis que ayer manejaban el cuerpo de bomberos y la policía local. Dos niñas de cuatro y seis años dormían en su cuarto mientras la abuela, Esther, dormitaba en el salón. Su marido, Antonio B. M., de 62 años y con demencia senil, vio brotar las llamas y salió del piso sin alertar al resto de ocupantes, según algunos testigos.

Fue un motorista quien divisó las llamas y dió aviso a los bomberos, cuya sede se encuentra a pocos metros del lugar del siniestro. A partir de ahí se inició un rescate multitudinario -decenas de vecinos que celebraban el carnaval en la calle se acercaron a curiosear- y angustioso, ya que una impresionante humareda se había extendido por escaleras y descansillos.

La abuela salió con sus nietas al balcón y, presa del pánico, las lanzó al vacío en un desesperado intento de salvarlas. Un bombero que se encontraba encaramado en una escalera, Carlos Pulido, logró atraparlas en el aire sin perder el equilibrio. "El rescate fue de película, como sacado de Llamaradas", bromeaba ayer el protagonista.

Pulido confiesa que nunca se había encontrado con una situación así en 14 años de servicio en la ciudad. "Yo estaba subiendo por la escalera", relata, "y le gritaba a la mujer que conservara la calma". Sin embargo, en esos casos es muy difícil actuar con serenidad y los hechos se precipitaron, según Pulido. "Así que me encontré de repente con las niñas encima" añade el bombero, "y milagrosamente no nos caímos ninguno de los tres. Nos podríamos haber matado, pero en esos momentos no da tiempo a pensar". Pulido recuerda como detalle entrañable que la más pequeña de las niñas estuvo un buen rato dándole besos mientras le repetía:, "Gracias, señor bombero".

La abuela sí pudo ser rescatada por métodos más ortodoxos y fue trasladada al hospital, al igual que un matrimonio joven con un bebé de nueve meses que reside en el piso superior. Padres e hijo sufrieron intoxicaciones leves.

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