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Tribuna:Elecciones 3 de marzo
Tribuna
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El último hasta hoy

Emilio Lamo de Espinosa

Con certera premonición señalaba Francisco Tomás y Valiente poco antes de su asesinato que cada tiro de ETA nos hiere a nosotros directamente. Cuando disparan nos están disparando. Cuando matan nos matan. Y añadía: "El silencio es deshonesto antes y después de la muerte del último hombre asesinado. Del último hasta hoy". El último fue él mismo.El asesinato de Francisco Tomás y Valiente en su despacho de la Facultad de Derecho, es terrible no sólo porque lo es siempre la violencia, sino porque ésta dista de ser ciega. Se ha querido asesinar a un luchador por la democracia y la libertad de los españoles, la misma libertad de la que abusan sus asesinos. Se ha matado a un magnífico jurista, constructor del Estado de derecho, del que abusan sus asesinos. Se ha matado al presidente del Tribunal Constitucional, el mismo que amparó el derecho de los diputados de HB a tomar posesión de sus escaños expresando acatamiento a la Constitución. Se ha matado finalmente a un catedrático e intelectual cuyos comentarios y artículos eran modelo de prudencia y buen razonar, la misma razón de la que abusan sus asesinos. Y han buscado para hacerlo su despacho de la Universidad donde pocas semanas antes finalizaba un Ensayo sobre la tolerancia, tolerancia de la que todo ignoran sus asesinos. No hubieran matado a un matador, pues ésa es su contrapartida y su argumento: cuanto peor, mejor; cuantas más pistolas, mejor; cuanto más GAL, más ETA. Matan a quien desde la razón, la libertad y el buen sentido más daño hace a su locura. '

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Es por ello acertada la comparación que Elías Díaz ha hecho entre este crimen y el del filósofo neopositivista Schlick, asesinado por los nazis en 1936 también en su despacho universitario. El grito de Viva la muerte resuena una vez más en las aulas, llevado esta vez por la guerrilla urbana fascista de cuya' peligrosidad, al parecer, no queremos tomar debida cuenta.

Y eso es lo que este asesinato nos obliga finalmente a confrontar. No estamos ante un problema de terrorismo vasco; estamos ante un problema nacional de guerrilla urbana, organizada y dispuesta a todo con tal de aterrorizar a los ciudadanos. Una guerrilla que se aprovecha de una cultura de impunidad que hemos generado inconsciente e insensatamente. El propio Tomás y Valiente señalaba en su último artículo-quiénlo hubiera pensado- el camino que debemos andar. Que de los malos servidores del Estado. se encargue la Justicia. Que a la Justicia la amparen (la amparemos) todas las fuerzas democráticas en su lucha contra ETA. Que los ciudadanos, sin miedo, ganen la ciudad y la calle.Pues nadie puede delegarlo este problema en nadie. No podemos delegarlo en los vascos, ni en sus autoridades, ni en la policía, ni en la Justicia: "Sólo el problema de ETA es nuestro y sólo nuestro, peculiar y distinto, envenenado y mortífero". De todos y cada uno. España, no puede esperar elecciones ni cambios para abordar ese cáncer. ¿Para cuándo la unión de todos los pacíficos contra los violentos? ¿Cómo soportar que, horas después de este asesinato, los fascistas de HB vuelvan a manifestarse frente a quienes piden la libertad de Aldaya? ¿Para cuándo un rearme jurídico que impida que sus manifestaciones sean tan legales como las nuestras, que sea la Ertzaintza la que tiene que llevar pasamontañas,"que no se pueda llevar el lazo azul en Guipúzcoa? ¿Acaso los amigos de las víctimas tienen los mismos derechos que los cómplices de los agresores? ¿Para cuándo ilegalizar el entorno institucional de ETA, prohibir tajantemente sus manifestaciones, perseguir la apología periodística de la violencia, acosar legalmente, jurídicamente, pero acosar ese entorno maldito?

El Estado, todo el Estado, autoritario o democrático, reposa en el monopolio de la violencia física. Si lo pierde, allí donde lo pierde y tan pronto como lo pierde, emerge la violencia como preludio de otro Estado. No estamos hablando de las libertades, sino de la paz sin más.

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