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Protestas a la cara

Partidarios y enemigos de un centro de drogadictos de Getafe se enfrentan a diario

Una cosa no se les puede negar: son infatigables. Los vecinos del barrio de La Alhóndiga de Getafe (144.600 habitantes), que se oponen a la construcción de un Centro de Atención al Drogodependiente (CAD), acaban de cumplir dos meses de movilizaciones y se resisten a bajar la guardia. Sus argumentos son: "Los niños no podrán jugar tranquilos junto al edificio", "el reparto de metadona es peligroso", y ni los expertos ni los políticos locales han logrado persuadirles de lo contrario. Ellos se sienten "engañados"; PSOE e IU, máximos valedores del CAD, matizan: "Manipulados". Y el PP aprovecha para. presumir de "haber atendido, a unos vecinos con problemas". ¿Por interés? "Todos los partidos recogen votos de descontentos", admite su concejal, Antonio Pingarrón.Las manifestaciones del núcleo anti-CAD se repiten a diario durante una hora, ante las puertas del Ayuntamiento. Son entre 50 y 100, pero a golpe de megáfono, silbatos y sirenas es imposible que pasen inadvertidos. Sus consignas se reparten entre las festivas ("uno, dos, tres, si no nos hacen caso volvemos otra vez") y las de abierta hostilidad hacia los ediles del PSOE e IU.

Su blanco preferido sigue siendo el portavoz de la coalición de izquierdas, Alfonso Carmona, que en diciembre se atribuyó la paternidad del proyecto del centro en la plaza de Juan Vergara. Fue una asunción de responsabilidades muy cara en lo personal: Carmona precisó durante dos semanas de protección oficial tras sufrir serias amenazas por teléfono y en plena calle. "Gajes del oficio", infiere. Ahora da la cara, junto a otros concejales, contramanifestándose frente a los vecinos desde el pasado día 1. En silencio, eso sí.

De poco ha servido recordar a los más temerosos que el CAD lleva siete años funcionando en la calle de la Magdalena, en pleno corazón de la ciudad, sin un solo disturbio en su haber. Pocos atienden ya a razones.

Una de las personas que contempla con mayor amargura la evolución del conflicto es Víctor Jiménez, presidente de la Asociación Getafense de Padres de Drogodependientes (Agepad). Jiménez, que vivió tres años con su hijo enganchado y al borde del abismo, no acierta a comprender el porqué de esta "campaña orquestada en base a la ignorancia de unas gentes". "Me gustaría saber", apunta, "dónde están los derechos de los niños de la plaza de Tirso de Molina [tradicional punto de venta de droga en la localidad]. Lo curioso es que entre quienes protestan también hay padres de toxicómanos; en vez de luchar por sus hijos, algunos prefieren ocultarlos".

A medida que las protestas se prolongan, también aumenta la lista de espera en el local de la calle de la Magdalena, un bajo lóbrego y de muy reducidas dimensiones. Buena parte de los usuarios de este servicio proviene, precisamente, del barrio de La Alhóndiga. Ésta es, quizá, una de las más sangrantes paradojas en esta historia de incomprensión: la insolidaridad de un barrio que hasta ahora siempre presumía de unidad.

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