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Un juez con hermanísimo

Gómez de Liaño pide un asiento junto al magistrado del 'caso Banesto'

La entrada en juego de Javier Gómez de Liaño Botella como posible juez central de instrucción número 1, en sustitución de Carlos Bueren, sólo cabe contemplarla como el cierre de un círculo de alianzas para tratar de reconducir el más que previsible procesamiento de su hermano Mariano por parte del juez Manuel García Castellón debido a sus negocios con el ex banquero Mario Conde. Su irrupción en estos momentos como juez de instrucción, descendiendo voluntariamente de su categoría de magistrado de sala, no parece corresponderse con la justicia "fría y serena" que el propio Gómez de Liaño ha reclamado en alguna ocasión, dado que ocupará un juzgado pared por medio con el del juez que puede sentar a su hermano en el banquillo.Javier Gómez de Liaño, de 47 años, ha protagonizado una de las trayectorias más erráticas de los últimos años en la carrera judicial. Hace años fue tenido por progresista ante el exacerbado garantismo que desplegaba antes de dictar una sola condena por terrorismo, especialmente a colaboradores de ETA. Durante la etapa en que él y el magistrado Siro García -hoy presidente de la Sala de lo Penal- formaron sala en la Sección Segunda, se dio la mayor racha de absoluciones de comandos acusados de colaboración con la banda armada. En contraste con este cartel de juez de respuestas blandas a la cuestión terrorista, a finales de octubre pasado presentó su dimisión como consejero, ansioso por acudir a "ayudar" a sus compañeros a combatir el retraso en la Audiencia que había originado la excarcelación del comando Matalaz. No le fue aceptada. De su etapa de magistrado destaca por haber integrado el tribunal que juzgó el caso de la colza.

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El 'caso Lasa y Zabala' quedará en manos de Baltasar Garzón por una carambola judicial

Su nombramiento como vocal del Poder Judicial causó general perplejidad por ir en el cupo del PP. Sin embargo, pronto dio a sus proponentes motivos para arrepentirse: en su mandato ha votado casi siempre con el sector del PSOE.

Aunque sin llegar al nivel del vicepresidente José Luis Manzanares, su trayectoria ha corrido pareja a la estela de escándalos levantados por varios de los vocales del Consejo. El más sonado de los suyos fue el envío de una inspección a la juez Susana Polo por no haber tomado declaración a un conocido de Gómez de Liaño con la prontitud requerida por éste. La Junta de Jueces de Madrid reclamó su dimisión por "uno de los más graves ataques a la justicia que se recuerdan".Enemigo declarado del Gobierno, Gómez de Liaño ha centrado sus invectivas en el presidente Felipe González, el ministro Juan Alberto Belloch y el fiscal general del Estado, Carlos Granados. Pero su pieza favorita ha sido su compañero en el Consejo del Poder Judicial, el vocal propuesto por el PP Andrés de la Oliva Santos, con quien ha acabado literalmente en los tribunales. La debilidad de Gómez de Liaño por el envío de cartas con las que ha inundado los periódicos, le valió el apelativo de "juez grafómano".

Su regreso como juez de instrucción reforzará aún más al sector de jueces y fiscales dominante en la Audiencia Nacional, con el que Gómez de Liaño mantiene vínculos muy estrechos. El vocal ha confesado su admiración por el juez Baltasar Garzón, hacia el que se ha deshecho en elogios; mantiene una íntima amistad con la fiscal Dolores Márquez de Prado, adscrita al juzgado de Manuel García-Castellón -el instructor del caso Banesto- y ha recompuesto sus relaciones con el presidente de la Sala de lo Penal, Siro García. En el juzgado de Bueren le espera el caso Lasa-Zabala, una pieza codiciada por este sector de jueces y en la que Garzón no ha podido meter mano personalmente.

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