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Arco es posible en Madrid

Llega Arco. Muy pocos creían hace 15 años que esto podía funcionar. Muy pocos creían que Arco se podría convertir en un acontecimiento tan importante no ya como feria donde se compra y se vende, que lo es, sino como gran acontecimiento cultural que se espera y se desea como el agua de mayo, y lo digo ahora que no para de llover, porque no llueve siempre a gusto de todos, y no todas las lluvias son iguales. Y la lluvia de Arco cae una vez cada año, y ya la echaríamos de menos, y mucho, si no pudiésemos empaparnos. Hace 15 años, algunos quizá pensarían, y si no que se lo pregunten a Piera y a Rosina, que aquel proyecto era, por decirlo así, tan complicado como un arco de iglesia. Hoy no es un sueno, es una necesidad. No voy a decir que sea un Arco de Triunfo, pero casi. Es una oportunidad única para ver, mirar, leer, comprar, soñar arte de todos los colores, de todas las formas, de todo el mundo.Y Arco es posible en Madrid. Azaña dijo aquello: "El caso es que España necesita a Madrid". Me viene a la memoria la frase, aunque no logro recordar el contexto. Tal vez pueda parecer grandilocuente, equivoca, excesiva. Como frase no está mal, es llamativa, hace pensar, pero enseguida alguien pediría cuentas: sí, pero... según, cómo, para qué. Sea como fuere, yo la suscribo, y añado algo más: España necesita a Madrid como lugar de encuentro, como inevitable referencia. Madrid es la ciudad donde todos tenemos la posibilidad real de encontrar nuestro espacio, nuestro público. No es que no pueda suceder en otras partes, pero todos sabemos que Madrid es uno de esos pocos lugares que existe, y que se alimenta y crece con ello, como suma de identidades. Aquí, la sociedad civil no es de nadie, de ningún partido, de ningún proyecto que no sea la ciudad abierta y plural.

Por esta razón, el proyecto Arco encontró en Madrid terreno fértil y propicio y se convirtió en algo propio de la ciudad. Nada más propio de Madrid que una feria como ésta, que cientos de obras de todo el mundo, que artistas de todo el mundo, que espectadores de todos los acentos y religiones. Nada más propio. No hay que esforzarse en algo que no tiene mucho sentido: la mejor distinción de Madrid es que no hace distinciones. Habrá. que empeñarse en hacer que esto sea cada vez más verdad. Y Arco es un empeño que va en esta dirección.

Llega Arco y artistas de todas partes de España miran sus agendas, hacen sus planes, llaman por teléfono o escriben, eso menos, a un tío, a un primo, a un amigo que vive en Madrid. Siempre hay alguien que, desde fuera, nos recuerda a los madrileños que se acerca Arco. A mí me llama todos los años María Martín desde Bercelona, Maojo desde Asturias, Mayra desde Sevilla... Es un acontecimiento que no se pueden perder, en el que tienen que estar presentes, porque saben que es el mejor escaparate para su obra. Probablemente, dos millones se han fijado en ese escaparate en las 15 ediciones de Arco. Como cada año, habra quien venda más y quien venda menos, pero eso tal vez sea lo de menos, en especial para quien escribe esto, que no presentará nada, claro. Pero que disfrutará igual con Arco, pensando incluso en ese posible Museo de Cercedilla...

Pasará la semana de la feria y la lluvia de Arco habrá mojado a muchos. Y al final, como después de cada feria, cada quién hará su balance, el que compra, el que vende y todos los que miramos. Habrá quien diga que no hay nada nuevo bajo el sol y que todo está muy visto. Pero para que todo esto ocurra tiene que llegar la expectación, el trajín, el movimiento de cada año, tiene que llegar Arco. Tan de Madrid como el Arco de Cuchilleros, pero forzosamente cambiante, impredecible, y, sin embargo, cada vez más sólido. Y por esta razón, tan de todos. Arco es posible en Madrid, donde todas las miradas se concentran y nadie se siente forastero. Madrid no necesita banderas, sino Arcos.

Antonio Sáenz de Miera es miembro del Patronato de la Fundación Arco.

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