EL PAÍS y 'El Mundo'

Su editorial del 27 de enero de 1996 me ha producido un sabor agridulce.Por fin su periódico se decide a intentar desenmascarar al director de El Mundo y todo el tratamiento informativo de este periódico, aunque el motivo de su decisión haya sido personal. No tengo más remedio que reprocharle esta actitud, porque las disputas entre los señores Polanco y J. Ramírez carecen de interés para mí y, seguramente, para la mayoría de los españoles, y su compromiso ético le obligaba a haber tomado esta decisión mucho antes en interés general.

La existencia de un periódico (El Mundo) que, en mi opinión, trabaja fundamentalmente para el desahogo de los odios personales de su director, con un desprecio total por la objetividad informativa, es un grave peligro para nuestro país. Siempre me ha decepcionado su actitud ante este periódico que ha deteriorado grave y premeditadamente nuestro clima social. Mi preocupación sobre este asunto es tal que estoy seguro de que algún día se escribirán tesis doctorales sobre él, y no descarto la posibilidad de que esté produciendo también el deterioro mental de su protagonista con un final imprevisible. Los titulares de primera página a los que usted alude en su editorial y los del mismo 27 de enero dan una idea de hasta qué punto puede estar produciéndose este deterioro.

Algunos líderes del PP han caído en la trampa y se han asociado más o menos tácticamente con el citado periódico. Esto ha acabado por desorbitar las cosas hasta el extremo que la tentación de sentirse impotentes es muy fuerte. Quizás por ello su periódico recurre a entrecomillar frases de todos los personajes implicados en vez de explicarlas. Creo que esto es un error porque, desgraciadamente, la inmensa mayoría de sus lectores no capta la sutileza de los mensajes.

Su periódico debería decidirse, de una vez por todas, a tratar este grave asunto abiertamente y con valor. El exceso de moderación termina aburriendo, y desenmascarar a este periódico puede contribuir a recuperar un poco de objetividad y a calmar bastante la tan comentada crispación social de la que, sin duda, El Mundo es el máximo responsable-