_
_
_
_

Europa como vudú

Veinte interrogantes pesan sobre la moneda única en un momento de dificultades internas de algunos países

Xavier Vidal-Folch

Tras la cumbre de Madrid en que se bautizó a la moneda única europea con el nombre de euro y se acordaron las fases. para su implantación, han surgido nuevos interrogantes sobre su futuro. La rebelión social en Francia contra el plan Juppé de reforma Seguridad Social y los datos del segundo semestre de la economía alemana, peores de los previstos, han abierto paso a dudas de nuevo cuño, al replanteamiento de, viejas preguntas y a nuevas ideas y propuestas. Estas son, algunas de las principales cuestiones en discusión en un momento en que las dificultades internas de algunos países han convertido Euro pa en el chivo sobre el que practicar el vudú expiatorio. 1. ¿CAMINO DE ROSAS 0 DE ESPINAS? Hasta la decisión de la criba -selección, al comienzo de 1998, de las monedas que se incorporen a la unión monetaria en la primera oleada y de las que se queden en la antesala- se sucederán dos años de polémicas, reveses, angustias y posiblemente de turbulencias monetarias.

2. ¿PROLIFERARÁN LAS CASANORAS? El invento es inédito en la historia. El presidente Linco1n implantó en Estados Unidos un mercado único sobre una unión monetaria preexistente. Los Estados-nación se constituyeron en poder político antes de acuñar moneda. Desprenderse de la moneda nacional es abandonar una de las cuatro competencias básicas del Estado-nación moneda, fronteras, ejército y política exterior. En tiempo de turbulencias y de cambios históricos, y éste lo es, las profecías catastrofistas de las Casandras multiplicarán sus ecos. Juegan con ventaja. Si se alcanza el éxito nadie se acuerda de su error.

3. ¿EXIGE MAASTRICHT SACRIFICIOS? El Tratado de Maastricht exige sacrificios. Quien lo niegue, falsea la realidad. Los principales sacrificios estriban en la necesidad de sanear las finanzas públicas (reducir el déficit al 3% del PIB y aproximar la deuda pública hacia el 60% del PIB) y evitar echar mano de la maquinilla del dinero (política monetaria relativamente restrictiva para lograr que la tasa de inflación no exceda en 1,5 puntos la de los tres Estados miembros con mayor estabilidad de precios), los pilares de la convergencia.

4. ¿Y SI NO EXISTIERA MAASTRICHT?. Tienen razón quienes reiteran que estos esfuerzos son virtuosos en sí mismos considerados. Si Maastricht no existiera, habría que realizarlos igualmente. Porque los niveles de déficit endeudamiento alcanzados por' varios Estados miembros estrangulan la inversión productiva: es el problema de la bola de nieve de la deuda, como lo llama el primer ministro belga, Jean Luc Dehaene. Y además, los Quince no viven solos. Deben competir en un mundo comercialmente abierto, en el que los movimientos de capitales no sólo son libres, sino instantáneos. Quien no sanea sus finanzas está en desventaja respecto de quien las exhibe equilibradas y pierde competitividad, es decir, mercados, riqueza.

5. ¿ES CULPABLE EUROPA? Los Gobiernos suelen escudarse en Maastricht para vender sus políticas de ajuste. Resultado: trasladan el coste de la impopularidad de sus medidas de rigor a la Unión Europea y al Tratado de Maastricht, que ellos redactaron y firmaron. En época de retorno a los nacionalismos, verde y con asas: desde la derecha arqueológica y la izquierda pre-muro-de -Berlín se hace entonces vudú con Europa, presentada como origen de todos los males.

6. ¿ES DESDEÑABLE EÉ BENEFI CIO DE LA MONEDA ÚNICA? Es la tesis de los neoliberales más radicales, principalmente anglosajones. "Las economías ajenas a esta moneda común pueden comportarse mejor incluso que las que pertenecen a ella. Los suizos [ii] no son ciudadanos europeos de segunda clase", argumenta el Premio Nobel de Eco nomía y profesor en Chicago Gary Becker (EL PAÍS, 2 de octubre de 1994), para adoctrinar a los españoles de la irrelevancia del proyecto. Esta escuela reniega de cualquier virtud de la moneda única si es europea, pero no propone de momento fragmentar el dólar en 52 divisas distintas. Empresas y ciudadanos de los Quince se ahorrarán hasta cinco billones de pesetas anuales de costes de transacción. Esta cantidad no es baladí, pero "es casi irrelevante" si se compara con "los principales beneficios, la eliminación de la volatilidad y de la imprevisibilidad de los ti pos de cambio indepedientes ", replica el liberal Sarnuel Brittan (Financial Times, 18 de enero). La credibilidad monetaria ante los mercados desemboca en estabilidad y posibilita unos bajos tipos de interés que favorecen la inversión y el empleo.

7. ¿ES CORTO EL PLAZO? Algunos argumentan que el plazo para la adaptación y el ajuste presupuestario es corto, porque sólo faltan dos años para pasar el examen. Olvidan que el tratado se firmó hace cuatro años, el 7 de febrero de 1992, tras un largo período de discusiones en el que ya se consagró la necesidad de la convergencia económica. El plazo es, pues, de seis años. Si algún Estado no lo ha aprovechado es culpa de su Gobierno.

8. ¿LO INVALIDA TODO EL ESCASO CRECIMIENTO ALEMÁN? La economía alemana ralentizó su ritmo en el segundo semestre de 19,95. A menos crecimiento, menos ingresos, y por tanto menor reducción del déficit público, que superó el 3,6% en todo el ejercicio, contra una previsión inicial del 3% (la cifra mágica de Maastricht). Con ello ha temblado el misterio, han proliferado los pusilánimes y las Casandras han hecho su agosto. Pero Alemania ya ha demostrado su capacidad de reducir en un punto anual su déficit, entre 1993 y 1994, en época poco expansiva. El 'episodio demuestra que si el crecimiento de la economía europea supera el 3%, balsa de aceite: la convergencia progresa y disminuyen las dudas sobre el euro. Por debajo de esa cifra pasa lo contrario, surgen temores de recesión y de consiguiente divergencia. Lo más novedoso del episodio es que ha provocado reflexión y nuevas ideas, como las propuestas flexibilizadoras lanzadas por Valéry Giscard d'Estaing.

9. ¿ESTAMOS EN PUERTAS DE UNA RECESIÓN? La pregunta la ha suscitado el revés alemán. La respuesta del presidente' del Instituto Monetario Europeo, Alexandre Lamfalussy, es que no: los heraldos de toda recesión son el empeoramiento de los resultados empresariales y el endeudamiento de las corporaciones. La Comisión añade que la UE registra la inflación más baja en 25 años, que los tipos de interés flexionan a la baja y que crece la demanda externa de los países en vías de desarrollo. Pero ¿cuántos profetizan una crisis cuando aún se está en fase expansiva?

10. ¿LA REBELON FRANCESA LO INVALIDA TODO? ¿Diciembre del 1995 fue una reviviscencia de mayo del 68? ¿O el estertor de una economía dirigista y corporativa? Fue el crisol de muchos fenómenos. Recordó la ausencia de reformas estructurales para adaptar la economía al nuevo entorno globalizado. Las últimas fueron las de Michel Rocard, entre 1988 y 1991. Evidenció que el país no puede permitirse al mismo tiempo una economía pública de falsa grandeur y los beneficios del Estado del bienestar: sólo las ayudas públicas otorgadas en 1994-95 a Crédit Lyonnais y a Air France (un billón y medio de pesetas) superan al déficit de la Seguridad Social (1,27 billones). Con Maastricht o sin Maastricht, tendrá que optar. Sin Francia, la moneda única sería una mueca. Pero los franceses han puesto la cuestión social encima dé la mesa.

11. ¿CONJUGAR MONEDA ÚNICA Y EMPLEO? La rebelión social francesa y el episodio semirrecesivo alemán demuestran que la moneda única a palo seco goza de difícil aceptabilidad social. Una encuesta de la Comisión del pasado enero indicaba que un 54% de europeos se muestran favorables a la moneda única (el 37%.en contra, el 9% no opina), pero el 52% cree que la introducción del euro no creará más empleos. Como siempre, los alemanes han sido los primeros en reaccionar, diseñando un pacto social -aunque polémico- entre patronal y sindicatos. Como siempre, el ex presidente de la Comisión, Jacques Delors, ha puesto el dedo en la llaga: hay que "conjugar" la unión monetaria con las políticas- activas de empleo, en un nuevo "pacto de confianza" a nivel comunitario y no sólo nacional, ha propuesto. La idea subyacente estriba en que las políticas de rigor (la convergencia indispensable para la moneda única) son necesarias para sostener el crecimiento y por tanto el empleo, pero insuficientes, para multiplicar la creación de puestos de trabajo.

12. ¿SIMBOLIZA MAASTRICH EL "PENSAMIENTO ÚNICO"? El pensamiento único es "la traducción en términos ideológicos, con pretensiones universales, de los intereses del capital internacional", Ignacio Ramonet, el director de Le Monde Diplomatique, dixit. Lo junta todo: hegemonía de lo económico, mercado, competencia, librecambio, mundialización, moneda fuerte, desreglamentación, liberalización, disminución del papel del Estado. Este totum revolutum simplificado tan a la francesa, tan a lo paleomarxista, se quintaesencia, para algunos, en Maastricht, presunto paradigma del neoliberalismo. Un planteamiento que no resiste el enfrentamiento con la realidad. La estrategia de indispensable rigor económico admite distintas traducciones, incluso políticas enfrentadas de control del gasto público (con acento en el sector empresarial estatal o# bien con hin capié en el gasto social). El

onjunto Maastricht-moneda única no sólo no es el paradigma neoliberal, sino que concita la enemistad de los neoliberales, desde los economistas de la escuela de Chicago hasta el Gobierno conservador británico.

13. ¿REQUIERE LA MONEDA ÚNICA UNA DEUDA HOMOGÉNEAMENTE BAJA? Así se pactó en Maastricht, para evitar que deudas nacionales excesivas, que quedarán denominadas en euro, contaminen la credibilidad de esta moneda. Y evitar así que los excesos, digamos, de Italia, los paguen los ahorradores, digamos, de Alemania. Un ex ministro italiáno, el liberal Antonio Martino, argüía, en contra, que Bélgica (con deuda del 134% de su PIB) y Luxemburgo (del 6%) mantienen sin problemas una unión monetaria desde hace muchos años. Pero es una excepción: la inmensa mayoría de la deuda belga está en manos de belgas y éstos tienen una tasa de. ahorro interno tan alta que también invierten en el semiparaiso fiscal de Luxemburgo. 14. ¿POR QUÉ MODERAR LA INFLACIÓN? Inflaciones muy dispares distorsionan el mercado único. Quien entra en una unión monetaria con inflación más alta que los otros socios lo acaba pagando en crecimiento y empleo. Este impuesto de los asalariados y traba a las exportaciones no tiene tan mal recuerdo en España -donde se la asocia a los años del despegue económico- como en Alemania -donde la hiperinflación fue caldo de cultivo del nazismo y de los desórdenes de postguerra- o en Argentina. Pero el modelo alemán de estabilidad de precios y cambiaría se ha revelado el más eficaz. Tras la guerra mundial, Alemania era más pobre que EE UU y gracias a ambas políticas ha conseguido alcanzar su nivel de renta. El marco ha pasado de una equivalencia de un dólar-cuatro marcos a otra de 1 dólar-1,47 marcos.

15. ¿ES FATAL LA PÉRDIDA DE SOBERANÍA SOBRE EL TIPO DE CAMBIO? La unión monetaria imposibilita, obviamente, las devaluaciones competitivas (no hay con qué). El ex ministro de

Economía Miguel Boyer, reconvertido a crítico del proceso del que fue impulsor, lo ha lamentado recientemente. Pero hay devaluaciones y devaluaciones. Unas se digieren enseguida, otras tienen efectos más duraderos si van acompañadas de medidas adicionales (fiscales, por ejemplo). Considerándolo a largo plazo, los países con estabilidad monetaria ofrecen mejores resultados. La pregunta se formula a veces de otra manera. ¿Cómo lo hará un país como España, que necesita un crecimiento sostenido superior a la media para conseguir alcanzar la renta promedio de los Quince, también superior, si no dispone de ese mecanismo? Maastricht no sólo estableció el proceso a la moneda única: también compensó a los países más atrasados con un nuevo fondo, el de cohesión, que ha dispensado entre 1993 y 1995 un total de 5.567 millones de ecus (cerca de 900.000 millones de pesetas) para infraestructuras de transporte y medio ambiente (el 55% del total, para España). Además, también dentro de los Estados nacionales algunas regiones, incluso más atrasadas, crecen más rápido que otras, estando sometidas todas al mismo sistema monetario. Las diferencias de riqueza tendrán que recortarse mediante aumentos de competitividad que permitan a un país crecer más que los demás.

16. ¿CUÁL ES EL INTERÉS DE ESPAÑA? Pocos dudan ya de que si la unión monetaria acaba implantándose, el interés español es incorporarse cuanto antes -si es posible desde el primer momento- para gozar de los beneficios de una zona de estabilidad. Pero habrá que cuidar el tipo de cambio al que se incorpore al inicial esquema de paridades fijas, vistas las dificultades que acarreó la alta tasa de conversión con que la peseta entró en el Sistema Monetario Europeo (SME). Es una negociación difícil, muy determinada por los datos macroeconómicos, para la que dispondrá de escaso margen de maniobra.

17. ¿HAY ALTERNATIVA AL EURO? Siempre la hay, lo contrario es pensamiento único. Lo que debe considerarse es si la alternativa es mejor o peor que la moneda única. Dados los precedentes de la crisis del SME en 1992-93, todo indica que un fracaso de la unión monetaria podría multiplicar las turbulencias monetarias y acabar afectando al mercado interior europeo. Filosóficamente hay alternativas radicales: deshacer lo andado, renunciar a la liberalización comercial, incluso a una mínima coordinación monetaria, volver al proteccionismo, construir la fortaleza Europa. Es lo que proponen gentes ultraconservadoras como el eurodiputado James Go1dsmith (en La Trampa y en La respuesta). Pero desde luego no parece demasiado factible -dados por ejemplo, los compromisos internacionales de la UE en la Organización Mundial del Comercio-; y en caso de que lo fuera, ¿induciría más prosperidad y sería más solidario que el proyecto actual?

18. ¿EXISTE UNA TERCERA VÍA? Se está abriendo paso con fuerza una tercera vía, entre la ultraortodoxia de Maastricht (interpretación restrictiva de los criterios, cumplimiento del calendario a rajatabla) y los enemigos de la moneda única. La flexibilidad podría ser sobre la fecha desde la que se inicia el lanzamiento de la moneda única, fijada para el 1 de enero 1999. Los defensores de la tercera vía no propugnan abiertamente atrasar la fecha, aunque a veces dudan de su cumplimiento y consideran que al final quizá deberá darse un compás supletorio para que el euro empiece con una masa crítica de países suficiente. Comparten la idea de que decidir el retraso ya desde hoy sería ofrecer una coartada a la relajación de las políticas eco nómicas de los Quince. En cambio, como ha propuesto Giscard d'Estaing, sí están a favor de la interpretación flexible de los criterios de Maastricht (inflación, moderación del déficit y de la deuda pública, estabilidad cambiaria). Su tesis es que no deben reformularse los criterios, sino que el propio Tratado de la Unión permite una lectura me nos restrictiva de la que propugna el Bundesbank. Y se muestran convencidos de que al final los paladines de la ortodoxia más rigurosa acabarán aceptando cierta flexibilidad, siempre que se haya alcanzado un grado de con vergencia suficiente. Porque el canciller Kohl considera la unificación monetaria como clave de la unión política, su gran pasión. Y porque la economía alemana, fuertemente exportadora, que daría perjudicada por un fracaso del euro: un marco sobrevaluado se convertiría, aún más, en la moneda refugio.

19. ¿INGRESARÁ EL REINO UNIDO? Celoso de su opt out -una cláusula que le permite la opción de no ingresar-, el Gobierno de Londres recuerda continuamente su distancia respecto del proceso de construcción europea y sus recelos hacia la moneda única. Pero el canciller del Exchequer, Kenneth Clarke, suele realizar algunas de las contribuciones técnicas más interesantes, como la última que puso sobre la mesa, sobre las relaciones entre los países in (los que se incorporen en la primera oleada) y los out (los que se queden en la antesala). De momento, la mayor parte de la prensa británica milita activamente contra el proyecto. Pero son bastantes quienes consideran que en el último minuto, Londres dará su sí, entre otras razones para conservar el peso financiero internacional de la City. Y también porque el Reino Unido ha actuado casi siempre en la Europa comunitaria según la secuencia: reservas-recelos-aportaciones ténicas-negativa- órdago -incorporación-conversión en el más fiel cumplidor de lo pactado.

20. ¿CUÁL ES LA POSICIÓN DE WASHINGTON? La posición oficiosa que supuran los grandes medios norteamericanos es de recelo cuando no de crítica frontal. Ocurre que la UE es la primera potencia comercial del mundo. Un euro fuerte y con suficiente masa crítica se convertiría automáticamente en una peligrosa competencia para el dólar, en su papel de moneda de referencia, con las enormes ventajas que ello puede reportar, dada la influencia del manejo del tipo de cambio de la divisa de referencia en los flujos comerciales. Pero al mismo tiempo EE UU ha sido históricamente favorable al proceso de unificación europea. La pregunta, de momento, no tiene mucha más respuesta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_