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Los artesanos de Santa Ana ofrecen la paz a cambio de un mercadillo estable en el centro

José Manuel Romero

La paz a cambio de un mercadillo estable en la calle. Los artesanos expulsados hace seis años de la plaza de Santa Ana, donde vendían su mercancía desde 1982, no regresarán al lugar de la contienda para plantar de nuevo sus chiringuitos. Aunque el Tribunal Supremo considera que la expulsión fue ilegal, los artesanos prefieren hablar con los políticos antes que batallar con los policías municipales. Pero el diálogo no fluye. Los artesanos rechazaron ayer el local de la Ribera de Curtidores, que les ofrece el gobierno local del PP, cuyos dirigentes colaboraron en 1989 en el desalojo de Santa Ana.

El alcalde, José María Álvarez del Manzano, y la presidenta del distrito Centro, María Antonia Suárez, se han atrincherado: no quieren ni un mercadillo más en las calles del distrito Centro. Resisten con la ley en la mano: "La ordenanza reguladora de la venta en la vía pública prohíbe en el artículo 15 que haya más de un mercadillo en el distrito Centro", afirma Suárez.Sin embargo, en los barrios de este distrito hacen hoy negocio los vendedores del Rastro de Madrid (plaza de Cascorro), los comerciantes de sellos (Plaza Mayor) y los especialistas en pinturas (plaza del Conde de Barajas). Con el artículo 15 que lanza Suárez contra los artesanos de Santa Ana, otros dos rastrillos estarían en vías de extinción.

Los artesanos se lo han estudiado y aseguran que la ordenanza no sólo permite su mercadillo, sino que lo estimula y promueve. Ellos ansían volver a Santa Ana. "Quitando algunos obstáculos, la plaza serviría para resucitar el antiguo mercado", dijeron ayer en conferencia de prensa. "Los vecinos de la zona nos apoyaban. Ahora, la plaza está bastante peor. En su día, recogimos, 20.000 firmas favorables a nuestra permanencia", dice Alejandro Martí de la Serna, artesano de las plumas y el bambú.

Los comerciantes que defendieron sin éxito su permanencia en la plaza -los municipales pudieron más- prefieren abrir ahora otras puertas. Su vuelta a la plaza de Santa Ana no les obsesiona. Están dispuestos a aceptar plazas de otros barrios, siempre que se respete el espíritu con el que nació el mercadillo y que el lugar elegido sea un lugar de fácil accesibilidad para todos los madrileños.

No mezclarse con el Rastro

El local del Rastro que les ofrece el gobierno local no les gusta."Que concedan las licencias que tenemos pedidas para abrir puesto en Cascorro. En los últimos años, el PP ha eliminado 1.500 licencias. El mercadillo de artesanía no se puede mezclar con el Rastro", señaló Eduardo de la Torre, artesano de la madera.Mientras tanto, el portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento, Francisco Herrera -que concedió cuando era presidente del distrito Centro, en 1982, una autorización por seis meses para la instalación del mercadillo en Santa Ana-, animó ayer a los artesanos a volver a instalar sus puestos en la plaza.

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"Mientras que no exista un acuerdo plenario que revoque la autorización que tienen los artesanos, lo único que puede hacer el Ayuntamiento es negociar cómo hacer compatible la legalidad que les asiste con las actuales características de la plaza".

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