Tormenta (electoral) y salud (política)
Los riesgos y posibles daños que se avecinan por las intensas descargas demoscópicas originadas por la tormenta electoral que penetra en el Estado español y que, curiosamente, esta vez lo hace por el centro de la Península, se prevén más graves que todos los que se: recuerdan y desde luego, desconocidos en los tiempos de la pertinaz sequía.Se prevén para las próximas semanas continuas tormentas, con mucho aparato sonoro y visual, y con precipitaciones terroríficas, por lo que los servicios de protección global deberían haber dado ya la alarma ante, al parecer, los previsibles desbordamientos de los cauces a estas alturas ya saturados, inundaciones mentales, ahogos del discernimiento, derrumbes de cimientos y corrimientos hacia el desencanto.
Lo más preocupante es que, como todo el mundo sabe, las tormentas afectan a la salud, más a los más atormentados. Para colmo de agobios, los entendidos en esto no son nada optimistas. Alguno opina que, "desde el punto de vista de la salud política del país, estamos hoy mucho peor" (EL PAÍS, lunes 8 de enero). Pero yo, alucinado demoscópico, me pregunto desde mi limbo personal: ¿pero no quiere decir que nuestro país tiene una salud política a prueba de bomba el que el 69% de los españolitos creamos que los políticos "constituyen una casta más preocupada por autoprotegerse y defender sus intereses que por representar y defender a quienes les eligieron"? ¿y el que el 64% crea que "carecen de credibilidad"?
Bueno, si eso piensan y eso dicen, no necesitan tratamiento alguno. Y si no, es que somos "panolis todos". Lo veremos el 3-M... si es que escampa.-
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