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Tribuna
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'Senadores por el progreso'

Sería ingenuo pensar que podemos llegar al 3 de marzo en un ambiente de concordia y de proyectos políticos comunes entre las fuerzas de la izquierda. Lamentablemente, la hostilidad sigue dominando las relaciones entre los grupos dirigentes del PSOE e IU, y acontecimientos como la dimensión política dada a la cena-homenaje a José Barrionuevo o el clima en que se celebró el congreso del PCE no han contribuido' en nada a mejorar la situación. Sin embargo, la izquierda nunca se ha caracterizado por limitarse a constatar lo existente. Tenemos una voluntad realista de modificarlo. Una buena forma de empezar a hacerlo sería llevar adelante la formación de candidaturas conjuntas de la izquierda para el Senado, una iniciativa que podríamos denominar como Senadores por el progreso.

Senadores por el progreso consistiría en un acuerdo entre las fuerzas políticas de izquierda de cara a las próximas elecciones generales, en las que cada organización conservaría su perfil propio a través de las candidaturas al Congreso de Diputados, de sus campañas electorales y de sus programas, pero presentando una candidatura común al Senado en cada, circunscripción. Una experiencia semejante se realizó en 1977, con las candidaturas de Senadores para la democracia, en las que la convergencia de las fuerzas de izquierda y de otros sectores democráticos no limitó la autonomía política de las partes en sus actuaciones posteriores.

La necesidad y conveniencia de realizar un esfuerzo unitario semejante deriva directamente del mapa político que se está configurando y del sistema electoral. Mientras que la derecha está concentrando sus votos en el Partido Popular, la izquierda se expresa electoralmente, de forma totalmente legítima, a través de varias organizaciones significativas, principalmente el PSOE e Izquierda Unida, pero también otras como el BNG o ERC. Esa pluralidad de la izquierda no es en sí un hecho negativo, ya que puede: fomentar la creatividad, la reflexión, la crítica e incluso dar canales de expresión a un espectro político de la izquierda más amplio de lo que podría manifestarse a través de un solo proyecto político. Sin embargo, el sistema electoral mayoritario a una sola vuelta podría otorgar al PP una mayoría abrumadora en el Senado si, como parece posible a la vista de los resultados de las elecciones del 28 de mayo de 1995, se convierte en la fuerza política más votada, incluso aunque los votos logrados por la izquierda en su conjunto sigan superando los conseguidos por el Partido Popular.

En esas condiciones, Senadores por el progreso tendría dos efectos claramente positivos para toda la izquierda:

En primer lugar, podría significar fácilmente 30-40 senadores más para la izquierda en su conjunto, modificando el signo político de la Cámara alta. Durante los últimos meses se ha podido comprobar que el Senado, aunque está reducido a un papel institucional secundario, puede influir en momentos decisivos sobre los ritmos y contenidos del desarrollo legislativo, por lo que interesa impedir que sea copado, por la derecha.

En segundo lugar, permitiría corregir en parte los efectos perturbadores que el sistema mayoritario provoca en la, representación de las fuerzas políticas respecto a su real peso social. De llevarse a cabo esta iniciativa unitaría, cada componente de la izquierda estaría más representada y, simultáneamente, lo estarían en proporciones más próximas a la realidad.

La formación de estas candidaturas sería un paso muy positivo y que no tiene ningún inconveniente serio, ya que las fuerzas políticas de la izquierda pueden mantener su total independencia programática y una total autonomía de actuación. Un paso positivo, con independencia de los acuerdos programáticos que puedan alcanzarse o de los métodos de formación de las candidaturas. No obstante, sugerimos a las fuerzas políticas de izquierda que, además de hacer un esfuerzo de entendimiento en torno a Senadores por el progreso, resultaría conveniente que las candidaturas resultantes no fueran simple expresión de un reparto de puestos entre organizaciones, sino que también estuviesen abiertas a la presencia de mujeres y hombres de izquierda con destacada significación social por su protagonismo en diversos movimientos sociales, en el sindicalismo o en el mundo cultural o profesional.

También aumentaría la credibilidad y el atractivo de estas candidaturas si pudiesen basarse en un conjunto de proyectos comunes sobre los que se alcance un compromiso previo, especialmente en torno a una perspectiva de transformación del Senado en una verdadera Cámara territorial, sin merma de la plena autonomía de cada parte frente al reno de las actuaciones parlamentarias a desarrollar en la próxima legislatura. Todo el mundo es consciente del escaso papel que juega hoy el Senado en nuestra vida política, pero ese déficit institucional sólo podrá ser superado con las reformas -constitucionales, incluso- precisas para la territorialización del Senado, de acuerdo con el carácter que le asigna el artículo 69 de nuestra Constitución.

Por todo ello, invitamos a las fuerzas de izquierda en cada circunscripción electoral a realizar un esfuerzo para alcanzar un acuerdo de este tipo en su ámbito territorial aunque no se logre un compromiso común que abarque al conjunto de las comunidades autónomas.

Es preciso un entendimiento de la izquierda que iría mucho más allá de lo aquí propuesto, ya que aspiramos a un cambio de políticas y actitudes que permita concretar en común un proyecto político de gobierno. Sin embargo, sabemos que aún son muchos los obstáculos políticos y subjetivos que se interponen en el recorrido hacia ese objetivo. La propuesta de Senadores por el progreso es, sin embargo, plenamente realista y puede ser puesta en práctica en las condiciones actuales y con los mismos equipos dirigentes con que hoy cuentan el PSOE, Izquierda Unida y otras formaciones de izquierda con presencia significativa en varias comunidades autónomas, sin exigir cambios en las posiciones políticas que mantienen. Rechazar la presentación de listas unitarias al Senado significaría reducir notablemente la presencia de la izquierda en esa Cámara y entregársela sin resistencia a la derecha.

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